El Gobierno francés ha anunciado que a partir de 2022 prohibirá en todo el país la venta de huevos frescos criados por gallinas enjauladas. De esa manera en menos de cuatro años los franceses sólo consumirán huevos procedentes de gallinas criadas al aire libre. La cuestión puede parecer menor, pero no lo es, y dice mucho del compromiso del ejecutivo de Macron con uno de los ámbitos que está generando cada vez más interés social: el bienestar animal. 

Con la puesta en marcha de la nueva ley de producción aviar el ministro de Agricultura y Alimentación, Stéphane Travertino, cumple con uno de los compromisos electorales del Partido Socialista Francés, que desde hace un tiempo ha incorporado a su ideario la apuesta por el ecologismo social (Social-Ecologie, pone ahora bajo el nuevo logo del puño y la rosa del PSF, al que se ha añadido una hoja verde).

En nuestro país, pese a que el PSOE está presidido actualmente por Cristina Narbona, exministra de Medio Ambiente con un indudable compromiso con la defensa y el cuidado del entorno, los socialistas no se han decidido a abrazar el ecologismo como sus hermanos franceses.

Algunos de los posicionamientos parlamentarios más recientes invitarían a pensar que tal vez estén planteándose algún movimiento al respecto. Además, Pedro Sánchez ha dado muestras de su compromiso con la defensa del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático en varias ocasiones, pero la ambigüedad sigue siendo la característica que define a los socialistas españoles respecto al ecologismo, y para nada se prevé un giro tan valiente y decidido como el del PSF.

En todo caso, y mientras las propuestas legislativas a favor del bienestar animal siguen avanzando tímidamente en el parlamento, quienes entendemos que los animales que nos sirven de alimento merecen un trato más digno y que se respeten sus derechos, podemos contribuir a mejorar la vida de las gallinas eligiendo sus huevos.

Para ello basta con leer el código que aparece tatuado en la cáscara y elegir aquellos que nos indican el trato que se les ha dado a las gallinas. Cabe reseñar que en ningún caso se refiere a las garantías de consumo (los huevos son uno de los alimentos más regulados y mejor controlados del mercado). El primer dígito se refiere al sistema de cría y determina claramente nuestro apoyo a los métodos empleados para la producción.

Si es un 0 significa que los huevos provienen de producción biológica, de gallinas criadas al aire libre, en densidades muy bajas y alimentadas con pienso ecológico. Se trata de la categoría más elevada y la que demuestra un mayor compromiso del productor con el bienestar animal.

Si la primera cifra es un 1 indica que los huevos son de producción campesina: las gallinas tienen acceso al aire libre y viven en densidades medias de cuatro animales por metro cuadrado, lo que les garantiza un relativo nivel de confort. En esta categoría pero los piensos con los que se las alimenta no son de producción ecológica.

Si empieza por un 2 indica que proceden de gallinas criadas en naves cubiertas. No están todo el día encerradas en jaulas, pero viven amontonadas en densidades de hasta doce animales por metro cuadrado, lo que les provoca un alto nivel de estrés y sufriendo constantes ataques de unas a otras.

Si es un 3 señala el nivel más bajo en relación al bienestar animal. El productor se limita a cumplir con la normativa UE al respecto. Las gallinas viven en jaulas de un tamaño algo mayor al de una hoja DIN A4, pueden llegar a permanecer amontonadas en baterías de varios pisos, dentro de naves industriales mal iluminadas y poco aireadas.