Se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo; se puede engañar a algunos durante todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo durante todo el tiempo”. Es conveniente recordar siempre esta célebre frase de Abraham Lincoln, pero lo es mucho más en estos momentos en Cataluña, cuando uno tras otro varios dirigentes del independentismo, comenzando por el expresidente Artur Mas, han reconocido de forma pública que durante mucho tiempo han intentado, según parece con éxito, engañar a sus seguidores.

Son ya varios los líderes del secesionismo catalán que admiten -y no solo ante el magistrado Pablo Llarena, en el Tribunal Supremo, o ante la jueza Carmen Lamela, en la Audiencia Nacional, sino también antes y después de estas comparecencias judiciales, en diversos medios de comunicación, tanto catalanes como del resto de España- que el pasado 1 de octubre en Cataluña no tuvo lugar ningún referéndum ni nada que se le pudiera parecer, que la proclamación de la independencia fue un hecho simplemente simbólico, que ellos en ningún momento tuvieron la intención de hacer realidad la declaración parlamentaria con la que dijeron haber creado la República Catalana... Lo que en principio pudo parecer una estrategia jurídica para no empeorar su delicada situación procesal se ha convertido ya en un reconocimiento público, reiterado y prácticamente unánime de que en Cataluña hemos vivido y vivimos todavía un gran engaño, una enorme estafa política.

Comenzamos a ver cómo este gran engaño empieza a tener su plasmación en las encuestas. El último sondeo del Centro de Estudios de Opinión (CEO), un organismo público que depende de la Generalitat, constata que en los últimos tres meses el rechazo a la independencia se ha disparado y llega ahora ya al 53,9%, cuando el pasado mes de octubre era solo del 43,6%, con un aumento, pues, de más del 10%. La misma encuesta señala que el apoyo a la independencia ha caído casi ocho puntos porcentuales en este periodo tan breve, pasando del 48,7% de octubre a solo el 40,8% del pasado mes de enero, ya que fue entonces cuando se realizó este sondeo.

Conviene destacar la fecha de la realización de esta encuesta del CEO, porque ha sido con posterioridad cuando tanto Artur Mas como Marta Rovira, Carme Forcadell y tantos y tantos otros dirigentes independentistas, han comenzado a reconocer de forma pública que todo ha sido un gran engaño. ¿Qué ocurrirá en la próxima encuesta, ya sea ésta del CEO o de cualquier otra empresa pública o privada, cuando el reconocimiento público, reiterado y casi unánime de este engaño tenga también su reflejo en la opinión de la ciudadanía catalana? ¿Es este ya el principio del fin de este gran engaño político, perpetrado durante los últimos seis años y acelerado hasta el límite mismo del disparate durante los últimos cinco meses?

Llevaba razón Abraham Lincoln, como la llevaba también John F. Kennedy al recordar la célebre frase de su antecesor. En efecto, “se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo; se puede engañar a algunos durante todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos durante todo el tiempo”.