Queda partido todavía hasta las próximas generales, pero sí empiezan a dibujarse tendencias sólidas. Si al comienzo CIUDADANOS y su líder, Albert Rivera, no aparecían más que como una marca blanca de los conservadores principios del Partido Popular, todas las encuestas y sondeos de opinión marcan, desde mayo de 2017, una amenaza más que real de “sorpasso” no sólo al PP, sino también al PSOE de Pedro Sánchez. En esto ha tenido que ver un proceso de transformación para convertir a Ciudadanos en el representante político no solo del centro, sino también del centro derecha, que ya está dando a Ciudadanos un apoyo creciente. El agotamiento del PP, su corrupción ya mutante en cada cajón de proceso que se abre y, lo que es más importante, la inercia del ejecutivo que no ha puesto en marcha ni una sola medida real, ni una sola acción de gobierno, ni una propuesta, más que sacar pecho, una vez más, con los datos macroeconómicos, que ya no satisfacen más que al propio Rajoy-prueba de esto la movilización en estos días de los pensionistas hartos de perder poder adquisitivo y de ver cómo se saquea con otros fines la hucha de las pensiones y se desmantela el sistema nacional de pensiones-, hacen que el hombre que no debió reinar lo tenga complicado para revalidar su presidencia del gobierno.

El proceso de Ciudadanos está empezando también en España. Es lo que ha sucedido en Cataluña. El 21-D, Ciudadanos fue el partido más votado en las elecciones catalanas, como todos sabemos, y aunque es bastante difícil que Inés Arrimadas llegue a ser la presidenta de la Generalidad, sí queda claro que se han batido el cobre frente a otros partidos más indecisamente soberanistas o antiseparatistas. El único análisis ofrecido por los populares hasta el momento es que ha funcionado el voto útil, argumento de pataleta habitual. Pero lo cierto es que por primera vez se ha identificado a una formación que no es el PP como garante de la unidad territorial y de la defensa de España, lo que pone al PP en serios apuros frente a su electorado. La prueba de esto es que se ha convertido en el enemigo a abatir, y tratado como el verdadero líder de la oposición. Torpes los voceros del PP, y el propio Rajoy, al criminalizar a Ciudadanos porque, en el fondo, facilitan la ruptura de unos apoyos que necesitan para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Es verdad que pueden prorrogar los anteriores, pero les da un año de margen y, de nuevo, la inacción por método de gobierno e inercia. La negativa del PP, apoyada sotto voce por el PSOE de Sánchez-que en esto no está con el “no es no”-, en cambiar la ley electoral, lo prueban.

Podemos trivializar el auge de Ciudadanos, pero, lo cierto, es que ya le ha comido la tostada al centroderecha de nuestro país y, a poco que se aplique, lo hará con el centroizquierda. Si incorporase a figuras de la socialdemocracia, y parte de su discurso, es probable que ganasen territorio ideológico y votantes también en ése flanco. Hay muchos estomagados en el margen izquierdo, hartos de un PODEMOS que se pone de perfil en Cataluña, cuando no apoya en algunos de sus dirigentes allí la independencia, y que luego tiene que cuadrar ese discurso en los diversos territorios del país que no entienden cómo se puede decir una cosa y la contraria. La materialización de ser unos antisistema dentro del sistema está cada vez más diáfana, y eso se refleja en el desplome de sus apoyos.  Sobre el PSOE de Sánchez tenemos varios problemas importantes: el primero que empieza a ser como el vino que tiene Asunción, que ni es blanco, ni es tinto, ni tiene color. Toda la fuerza que ha usado para descabezar a sus barones, en especial si es mujer y andaluza y a pesar de que les deba dos tercios de los diputados que tiene el partido en el Congreso con el peor de los resultados de su historia gracias a él, se desdibuja en su día a día mediático, y ante su inexistencia como jefe de la oposición en una bancada del Congreso de la que está ausente. No parece que las simpatías de la militancia, su particular espejito de Narciso, vayan a ser una garantía que se materialice en votos sin los barones de las regiones donde siguen apuntalando la sangría: Extremadura, Castilla la Mancha y Andalucía fundamentalmente, y ser “Podemos friendly” tampoco ayuda a los convencidos.

Una pena para los que, como en mi caso, y lo he demostrado, creemos que la socialdemocracia ha cambiado Europa y España pero, está claro que, en este momento, tampoco Sánchez tiene un proyecto de país, como lo tuvieron Felipe González y Rodríguez Zapatero, más que balbucientes brindis al sol. En todo este batiburrillo, la sociedad española percibe que, al menos estos señores de ciudadanos, se fajan con el tema de Cataluña, proponen reformas como la de la Ley Electoral, El Estatuto de los Autónomos, debaten y cogen el toro por los cuernos con cuestiones que deben ser debatidas y legisladas como la Gestación Subrogada, y toman, mejor o peor, pero lo toman, el pulso a nuestra sociedad que está harta de inacciones, carpetazos, y discursos aprendidos y repetidos como loritos de feria.  Yo sólo hago un análisis de la situación actual. Los que me conocen saben dónde estoy en lo ideológico-donde he estado siempre-, aunque convaleciente de desengaño y hastío. Sólo digo que, “La Amenaza Naranja” es ya una realidad contra una situación de indefinición e inercia del resto y, ante esa inercia, acabará siendo “La Naranja Mecánica” no sólo del centroderecha sino también del centroizquierda. La sociedad española, señores, quiere que se solucionen sus problemas o que, al menos, se les den propuestas pero, pueden seguir debatiendo sobre el sexo de los ángeles, o mirándose en el espejito, espejito, mientras los que levantaron este país están a las puertas del congreso movilizados, pidiendo dignidad, de la que uno no se jubila nunca, y los que seguimos trabajando para que este modelo sea sostenible contemplamos atónitos la banalidad ambiente de sus propias autocomplacencias. Los que tengan oídos, que oigan…