La colaboración es la herramienta fundamental para continuar disfrutando de un acceso cómodo y seguro al agua potable y de saneamiento. Un privilegio al que no damos valor pero con el que sueñan los mil millones de personas que siguen pasando sed en el mundo.

Colaborar para eludir los riesgos y afrontar conjuntamente el avance del cambio climático y sus consecuencias, que se están haciendo evidentes estos días en una de las principales capitales del continente africano: Ciudad del Cabo. En esta gran ciudad, la más importante de Sudáfrica tras su capital Johannesburgo, la falta de coordinación ante la terrible sequía que sufre el país ha provocado el colapso del servicio municipal de abastecimiento de agua.

El calentamiento global amenaza seriamente el abastecimiento de agua urbana en todo el mundo

Mientras el mundo desarrollado se plantea nuevos retos para avanzar hacia ciudades cada vez más digitalizadas y confortables, estamos descuidando uno de los factores fundamentales para la habitabilidad y el bienestar de sus habitantes: la disponibilidad cómoda y constante de agua potable.

El calentamiento global amenaza seriamente el abastecimiento de agua urbana en todo el mundo, incluyendo por supuesto a los países más avanzados, donde las restricciones y los cortes de suministro habían sido relegados a lo imposible. Ahora están aquí.

Por todo ello debemos atender a las experiencias locales para extraer conocimientos globales, como lo que está ocurriendo en Ciudad del Cabo. Porque lo que allí sucede no se puede considerar una excepción. No si tenemos en cuenta todos los informes que señalaban la posibilidad de que los períodos de sequía fueran cada vez más severos en las regiones del planeta con clima mediterráneo, como la provincia del Cabo Occidental.

No si atendemos a lo que se destaca en el resumen de conclusiones de cada uno de los cinco informes elaborados por el panel de expertos en cambio climático de las Naciones Unidas, el famoso IPCC: que las sequias van a ser cada vez peores y dejarán cada vez a más personas sin uno de los derechos humanos básicos, el del acceso al agua potable.

No si leemos el artículo que el año pasado firmaron 15.000 científicos de todo el mundo alertando de un agravamiento “sustancial e irreversible” de los desastres medioambientales asociados al cambio climático y de un impacto cada vez mayor en el ciclo del agua en amplias regiones del planeta.

Un reto cada vez mayor al que debemos hacer frente desde la colaboración: reforzando las estrategias de cooperación, compartiendo conocimiento, trabajando en red, haciendo uso de las mejores tecnologías para la eficiencia y aportando soluciones multidisciplinares desde todos los ámbitos, tanto públicos como privados.

Solo de ese modo lograremos evitar un mayor impacto en el medio ambiente de nuestras actividades y el mantenimiento de los actuales niveles de bienestar, progreso y calidad de vida de nuestras ciudades, unos estándares de privilegio que hoy en día están directamente amenazados por los efectos del cambio climático.