La práctica del esquí permite al deportista entrar en contacto con uno de los paisajes más espectaculares de la naturaleza, el de la alta montaña. Pero a la vez genera un importante impacto ambiental en uno de los ecosistemas más frágiles de nuestro entorno natural.

Un ejemplo es el reguero de latas, bolsas, botellines, cajetillas de tabaco y demás envases y envoltorios que se observan bajo la línea de los telesillas. Ese comportamiento irresponsable de algunos esquiadores en un lugar de tan difícil acceso para los equipos de limpieza genera un grave problema de contaminación ambiental que solo se puede evitar desde la prevención.

Así pues, uno de los primeros compromisos que deberíamos adquirir es el de reforzar los hábitos de reducción y recogida de los residuos que generamos allí arriba: tanto en las instalaciones de acceso como, muy especialmente, una vez en las pistas. Y la solución no puede ser más sencilla: se trata de hacer uso de las papeleras y los contenedores de recogida selectiva que hay en todas las estaciones de esquí.

Otro consejo práctico: llenar en casa la cantimplora con agua o cualquier otra bebida en lugar de comprar botellas pequeñas, latas o mini-bricks. También podemos llevar el desayuno en un envoltorio reutilizable (desde un tuper al famoso boc and roll) en vez de envolverlo en papel de aluminio, además de esa manera podremos utilizar el recipiente vacío para poner el resto de residuos que generaremos durante la comida.

Un ejemplo es el reguero de latas, bolsas, botellines, cajetillas de tabaco y demás envases y envoltorios que se observan bajo la línea de los telesillas

Por otra parte los cristales procedentes de los envases de vidrio que dejamos por ahí tirados pueden acabar en medio del matorral y provocar incendios forestales el próximo verano, dada la alta radiación solar que se da en las cumbres.

En cuanto a los daños directos a la fauna y la flora, cada año aparecen animales estrangulados por anillas de plástico o asfixiados con bolsas y madrigueras o escondites de animales que quedan taponados por la basura que arrojan los esquiadores y provocan la muerte por asfixia de los animales que estaban hibernando a su interior.

Respecto a la tendencia de algunos a practicar el esquí fuera pista, además de constituir una práctica temeraria (excluida del seguro de la estación) que puede provocar deslizamientos de placas y aludes, supone una agresión ambiental directa para un ecosistema, el de la alta montaña, mucho más frágil de lo que parece.

La lista de consejos para hacer una práctica de los deportes de invierno más respetuosa y sostenible incluiría el consumo responsable de la calefacción durante nuestra estancia en el albergue, el ahorro de agua (en la montaña es un recurso mucho más escaso del que parece), evitar el ruido y la contaminación acústica del entorno, respetar la flora autóctona, pues en la alta montaña encontramos algunas de las especies más amenazadas de extinción, como la flor de nieve, y hacer un uso cuidadoso de los diferentes equipamientos y materiales para alargar su vida útil.

En los bosques y prados alpinos que rodean la estación la vida se mantiene durante todo el invierno en un delicado equilibrio ecológico, un equilibrio que puede verse fatalmente alterado por el incivismo de algunos. A la hora de practicar el esquí alpino y disfrutar de otras actividades de ocio en la alta montaña manten un comportamiento responsable.