Hace algunos días los medios celebraban que la Juez María Elósegui fuese la primera mujer española designada para ocupar un puesto en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos(TEDH). La noticia hubiera sido de celebrar, y muchos lo hicieron, si no fuese porque algunos conocíamos primero, que su designación tenía mucho que ver con los movimientos para no nombrar a otro juez más incómodo para algunos, digamos que enrocados en asuntos identitarios, y en segundo lugar, y más escandaloso, su beligerancia manifiesta y pública contra los colectivos LGBT como no tardó en trascender al informarse los medios de sus antecedentes de los que, los sesudos que la han aupado no parecen estar al corriente o, lo que es peor, les enorgullece para un puesto de esta especificidad.

No es que no me alegre de que España rompa con la propuesta de una mujer pero sí me parece que es darnos un tiro en el pie como país moderno que nuestra primera mujer juez en esta instancia esté mediatizada por sus creencias vinculadas al Opus Dei. Ahora, destapado su historial homófobo y tránsfobo, se empeña en decir en una entrevista que “no creo que haya dicho las frases que se me atribuyen. Las habrán tergiversado”.

Debe pensar que no existen las hemerotecas, las bibliotecas, y que todos somos cortos de entendederas. Por si alguien, incluso ella, tuviese dudas, extracto un par de fragmentos de su libro Diez Temas de Género, Hombres y Mujeres ante los Derechos Productivos y Reproductivos, editado en 2011 por Ediciones Internacionales Universitarias en la que desliza lindezas que deja negro sobre blanco perlas como estas: “Quienes construyan y realicen su  comportamiento sexual de acuerdo a su sexo biológico desarrollarán una conducta equilibrada y sana, y quienes se empeñen en ir contra su biología desarrollarán distintas patologías.”

No sé qué pretende decir con esto cuando la OMS, es clarísima a este respecto hace mucho, y lo que está psicológica y jurídicamente contrastado, es que la homofobia y la transfobia sí son una psicopatología, además de constitutivos de delitos de odio y contra los derechos humanos, particulares que van a ser su negociado en Europa a partir de ahora.  También incide en este libro en teorías pseudo-médicas, semicientíficas, para dejar caer su concepto de culpa ultra católico, sobre todo con respecto a la vinculación de la transmisión de enfermedades venéreas con la homosexualidad cuando expone: “yo no me manifiesto explícitamente y como punto de partida en contra de la ideología gay. Lo que sí que explico es la base científica de la sexualidad, de la que se deriva cuáles son las conductas sanas y deseables y por lo que nos muestra la ciencia el estilo de vida homosexual conlleva mayores riesgos de enfermedades de transmisión sexual. Pero aun con esto, cada individuo debe ser libre para desarrollar su identidad sexual como quiera, aunque no puede eludir sus consecuencias.” Parece mentira que una señora formada, y supuestamente especialista en la materia, confunda prácticas de riesgo, que lo son para todos independientemente de nuestra orientación u opción sexual, con eso que ella llama eufemísticamente “el estilo de vida homosexual”. Sin atreverse a decirlo, deja caer aquella ignominia que durante mucho tiempo espetaban los radicales religiosos en todo el mundo relacionando el VIH, al que llamaban “el cáncer gay”, como una especie de castigo divino por los pecados nefandos. 

Que una señora que va a formar parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ampare en estudios tendenciosamente maquillados de ciencia ya es como para incapacitarla para sus funciones. He querido entrecomillar sus palabras, no sacadas de una entrevista que se pueda “tergiversar”, sino de una publicación universitaria suya, con su firma, revisión, corrección y beneplácito, que no da lugar a muchas interpretaciones.  Podríamos entresacar aún muchas más argumentaciones espeluznantes de sus libros, pero no quiero estropearles el fin de semana a los amigos. Ya su negativa, siendo una responsable pública, a responder preguntas claras es una respuesta en sí de su opacidad ética. Una versión posverdadera del refrán “quien calla otorga”.

Sí me resulta curioso que, ahora, diga la señora Elósegui lo que debería ser una evidencia que es que sus “creencias religiosas no se reflejarán en sus resoluciones judiciales”. Sólo faltaba. Incurriría en un delito, prevaricación,  de ser así. La cuestión es que, cuando uno la lee, le asalta, al menos la duda razonable, de si se mantendrá en una pureza arcangélica en el ejercicio de sus funciones por nueve años, o si su sesgo, evidenciado en muchas ponencias y libros, acabará avergonzándonos frente a toda Europa, como ya lo ha hecho en nuestro país. Sería tan sencillo como mantener eso que tenían muy claros los romanos, base de nuestro derecho y el del mundo civilizado, y que ha reivindicado Fernando Grande-Marlaska en la entrega del Premio de Honor Premio Zerolo en Torremolinos: “mantener claras las líneas de la ética pública, y la ética privada”. Lo que en Román paladino es la forma elegante de decir del sentido común.

No es que no me alegre de que España rompa con la propuesta de una mujer pero sí me parece que es darnos un tiro en el pie que nuestra primera mujer juez en esta instancia esté mediatizada por sus creencias vinculadas al Opus Dei

En la entrega del premio Internacional de Periodismo de Torremolinos Pedro Zerolo, el alcalde de la ciudad, José Ortiz, ha hecho entrega del mismo al juez Fernando Grande-Marlaska, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, resaltando “su papel en la reivindicación por la igualdad del colectivo LGTBI”. Fernando-Marlaska ha defendido  el papel de “Pedro Zerolo en la reivindicación y consecución de los derechos del colectivo”, pero ha querido aclarar que “no se trata de la defensa de derechos LGTBI sino de defender los derechos humanos para todos y todas”. Asimismo, los periodistas María Ángeles Fernández y Jairo Marcos Pérez han recogido el galardón de periodismo digital y el programa “Los Reporteros” de Canal Sur Televisión el premio de periodismo tradicional.

El juez ha apelado a la importancia de educar a las nuevas generaciones, ya que actualmente “se confunde entre la ética pública y privada, y una sociedad cohesionada debe estar unida por los valores democráticos”.  “Hablar de libertad, igualdad y diversidad no es adoctrinar es desarrollarse como cada uno quiera”, ha argumentado. “No quiero olvidar que estamos en Torremolinos, un referente de diversidad en nuestro país, que incluso durante la dictadura fue uno de los pocos oasis de paz y amor a la diversidad y el respeto a cada uno, por lo que es vital que premios como éste sigan teniendo lugar aquí”.

Contrasta esta altura de miras con las vergonzosas declaraciones del popular Pedro Fernández Montes, anterior alcalde de Torremolinos y actual secretario general del PP en la ciudad de la costa del sol, que aseguró hace unos días que el actual equipo de alcaldía sólo promocionaba “un turismo gay de baja estopa" (sic) y que “ahuyenta el turismo familiar”. Insistió en que esa forma particular de “turismo gay” la rechazan “los propios gays serios y formales”.

Me gustaría saber si, el señor Perico Montes, habla como concernido y especializado en el problema o como preocupado turista gay serio y formal porque, además de no estar seguro de si esa es la posición oficial de su partido, cuestión que deberían aclarar,  no sólo en el país y en Andalucía, sino en el propio municipio de Torremolinos, apesta a clasismo, a la carcundia de sacristía de otra época, cuando no a los cuartos oscuros de la doble moral imperante que él parece añorar. Todos los empresarios del municipio, así como los colectivos interpelados, han reaccionado y contestado esta excrecencia verbal, en los términos apropiados. Recordar que el señor Montes,  se negó durante todos los años que fue su primer edil, cualquiera diría que le ponía nervioso el asunto en una ciudad con la historia de Torremolinos, a celebrar el Orgullo Gay, o sus desafortunadas manifestaciones contra Pablo Picasso. Alguno le respondería con la letra de Fangoria, “Criticar por Criticar”: “La envidia es como un puñal/A quien se lo voy a clavar./Aunque recuerdo que la maldad/Siempre se vuelve”. Pues eso señor  Montes, mejor airear los armarios, que se le va a apolillar todo.