Que no te guste la navidad, esas fiestas en principio religiosas reconvertidas en celebración de la frivolidad y del consumo más obsceno, es ya un lugar común como que te enloquezcan. Es cierto que, para los que tienen en su entorno niños, es más fácil dejarse llevar por las luces multicolores de las ciudades y el encanto naif de las cabalgatas. También para los superficiales que van por el mundo llenando sus vacíos con compras y fotos en Instagram. Para los que ya llevamos unas décadas de vida, y tenemos un poso de experiencia varia, esta orgía luminotécnica y consumista subraya más las ausencias. Todo aquello que falta. Los seres queridos que son cada vez más y dejaron de estar en ellas, y que necesitamos cada día de una forma más intensa, hasta doler.

Algunas ausencias son recién incorporadas en mi caso, y en el de muchos amigos poetas y del mundo de la cultura. El pasado 15 de diciembre, casi en la fecha de la celebración del nonagésimo aniversario de la Fundación de la Generación del 27, nos dejaba el poeta granadino Juan de Loxa. Simbólico hasta la fecha por cuanto había trabajado en estos autores, en especial en su compatriota Federico García Lorca, de cuyo Museo-Casa Natal de Fuente Vaqueros, fue impulsor, primer director, y de la que estuvo al frente durante dos décadas. De Loxa, que dejó la dirección de la casa museo en noviembre de 2005 por decisión propia, fue también uno de los impulsores en 1969 del “Manifiesto Canción del Sur”, una corriente surgida para reivindicar la canción protesta andaluza que apoyaron, entre otros, Carlos Cano o Enrique Moratalla.

Con este manifiesto, importantísimo en la reivindicación de la cultura andaluza popular, maltratada por el franquismo por su raíz contestataria y por estar ligada a las grandes figuras andaluzas de la cultura republicana como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti, Altolaguirre, entre otros, se ponía en valor y como cimiento, toda la reivindicación de la dignidad de Andalucía durante la transición. Figuras ahora muy olvidadas como la de Juan de Loxa, Cristóbal Montes, Fernando Quiñones o Rafael de León, fueron decisivos desde ámbitos intelectuales y artísticos en las reclamaciones autonómicas posteriores de los andaluces.  De Loxa, que nació en 1944 en el municipio granadino de Loja, fue colaborador de distintos diarios escritos de Granada. En el ámbito de su tarea periodística y literaria, fundó en 1967 el programa de radio Poesía 70, que luego se convirtió en revista impresa. Juan consiguió la difícil unanimidad del afecto, en muchas generaciones; desde la suya propia, a las más jóvenes, de las que siempre estaba atento y solícito a la ayuda o a la guía. Yo mismo conté con su apoyo cuando saqué a la luz la historia de Lorca y Juan Ramírez de Lucas, de quien él era gran amigo, y por quien conoció esta historia. Negra Navidad esta pues en la que nos faltan ángeles y duendes lorquianos como Juan de Loxa.

Triste y negra Navidad en la que el necio anticristo de Trump se entroniza en la venida del Apocalipsis convirtiendo Israel en un Belén de sangre y conflicto agudizado, mientras arde el sur de EEUU y en su infernal estupidez sigue argumentando que las medidas contra el cambio climático no son su prioridad. Negra Navidad la que vive Rusia y los países subyugados por su influencia, en los que el recauchutado Putin actúa como un Stalin de la posverdad, ejecutando o encarcelando a homosexuales a los que ni siquiera reconoce su existencia. Negra navidad en Oriente medio, donde la vida, en nombre de un dios único y terrible, no vale nada. Negra navidad la del mediterráneo, donde mientras se coaligan espectrales fuerzas fascistas de gobierno bajo caras juveniles, como en Austria, se ahogan los silenciosos y sin nombres seres humanos que a nadie les importa. Negra, Negra Navidad en el Mundo.

Felices fiestas tengan todos, en esta Negra Navidad de buenas intenciones y de cenas copiosas. Paz a los hombres y mujeres de buena voluntad, y a los olvidados, a los enfermos, a los solitarios, a los tristes, a los abandonados, a los traicionados, a los que les faltan los seres queridos, a los desengañados, a los hastiados de las ideologías, a los estafados, a todos esos, ojalá el espíritu de la Navidad, aunque sea Negra, les aporte un poco de luz, momentánea al menos, aunque la vida, los dijo Lorca, “no es buena, ni noble, ni sagrada”.