A solo una semana ya de las elecciones autonómicas catalanas del próximo jueves 21 de diciembre, todos los sondeos conocidos, tanto los publicados como los que no han sido dados a conocer, coinciden en algunos pocos datos.

En primer lugar, el bloque independentista, ahora dividido no en dos sino en tres candidaturas, parece experimentar un leve retroceso porcentual, aunque tal vez no en número de votos y con una fuerte disputa por la primacía entre ERC, que hace solo pocas semanas la tenía casi garantizada, y las listas de Junts per Catalunya lideradas por Carles Puigdemont, mientras todo apunta a un claro retroceso de la CUP. El voto independentista puede ser solo de cerca del 45 o 46%, con la probable pérdida de la mayoría absoluta en escaños en el Parlamento autonómico.

En segundo lugar, hay coincidencia absoluta en el crecimiento de solo dos partidos, ambos constitucionalistas y, por tanto, no independentistas: C’s y PSC. Aunque son mayoría las encuestas que otorgan la primacía a C’s, otras dan un resultado mucho más ajustado e incluso apuntan a una victoria del PSC en este supuesto bloque. En cualquier caso, incluso sumando los votos del PP, el constitucionalismo queda muy lejos de la mayoría absoluta, tanto en votos como en representación parlamentaria.

En tercer lugar, todo parece indicar que las candidaturas de Catalunya En Comú-Podem, la coalición encabezada por Xavier Domènech, retroceden, aunque pueden acabar teniendo un papel decisivo en la gobernabilidad futura de Catalunya.

De los candidatos, solo Iceta está capacitado para tender puentes de diálogo y de entendimiento, de la cada vez más urgente y necesaria reconciliación

El previsible mapa político catalán que prefiguran todos los sondeos es muy complejo, complicado y de difícil aunque no imposible solución. De ahí el papel crucial de las candidaturas del PSC, y en concreto el del candidato socialista a la Presidencia de la Generalitat, Miquel Iceta. Solo él, entre los cuatro candidatos que encabezan todos los sondeos, está capacitado para tender puentes de diálogo y de entendimiento, de la cada vez más urgente y necesaria reconciliación entre una ciudadanía como la catalana, que lleva demasiado tiempo ya en un proceso de fractura interna, de desprestigio a nivel internacional y de deterioro de la situación económica y social que no puede prolongarse por más tiempo.

Está claro que ninguno de los dirigentes secesionistas puede pretender ahora tender aquellos puentes internos y externos que ellos mismos se han dedicado a dinamitar durante estos últimos años, con especial intensidad durante los últimos tres o cuatro meses. Parece asimismo evidente que unas formaciones que, como el PP y C’s, se han empecinado en estimular el anticalanismo dentro y fuera de Catalunya, no están especialmente dotadas para recuperar la concordia cívica y social, aunque ambas podrían contribuir a ello en buena medida tras las elecciones del 21D.

Miquel Iceta parece ser, hoy por hoy, el único candidato capaz de restablecer puentes, de dialogar con unos y con otros, de reconfigurar aquella catalanidad democrática en la que históricamente se había basado el catalanismo político, siempre plural y diverso, inclusivo y no excluyente, aquel catalanismo del “seny” y no de la “rauxa”, enemigo siempre del “tot o res”, posibilista y pragmático, reformista y nunca rupturista. Aquel catalanismo basado en el mínimo común denominador, jamás en un ilusorio y frustrante máximo común divisor.

Hasta el 21D todo es posible. El reto al que se enfrenta Miquel Iceta, y con él el PSC, es histórico. Se trata de reconstruir una sociedad dividida y enfrentada, con una economía muy deteriorada y con unos servicios sociales que durante los últimos años han sido olvidados o menospreciados por aquellos que debían de haberlos gestionado con rigor. 

El 21D es la hora de la recuperación del catalanismo. Porque el catalanismo de verdad no es el de una Catalunya cuasi mística e inmaterial, sino el de todas y cada una de las personas que conforman la ciudadanía de Catalunya, diversa y plural. Este es el gran reto histórico de Miquel Iceta, del PSC y de todos cuantos seguimos creyendo en la catalanidad democrática como base esencial para el futuro de Catalunya.