Se pregunta nuestro sorprendente (no me negarán que no es una sorpresa que haya llegado a semejante cargo) presidente del Gobierno, porqué demonios habrán cambiado el nombre de la calle en la que vivió muchos años en Marín, poniéndole el de la escritora esa gallega que sale en todas partes y quitando el del almirante Salvador Moreno. Para quienes aún no lo sepan, Salvador Moreno fue ministro de Franco en un par de ocasiones, es decir que podríamos calificarlo, sin riesgo a equivocarnos, como un franquista. La incomprensión de M. Rajoy ante semejante hecho es tan grande que él, diez años después del cambio de nomenclatura de la calle, la sigue llamando igual.

Muchos malpensantes tendrán la impresión de que M. Rajoy sigue honrando al almirante por el hecho de que era franquista, casualmente igual que el fundador del partido que preside, pero se equivocan. Nuestro presidente del Gobierno antes que franquista es conservador. Seguro que si por él fuera esta calle, y cualquier otra, se seguiría llamado por el nombre que le pusieron sus primeros moradores, sin que eso tenga nada que ver, por supuesto, con ningún tipo de ideología. De haber gozado del don de la inmortalidad, él hubiera votado en contra del uso de la rueda, de la agricultura, del cambio del bronce por el hierro, y de la loca idea de la redondez de la Tierra (de hecho creo que tiene un primo que ha viajado mucho y que la sigue poniendo en duda). Es lo que se conoce como un conservador consecuente.

Imagínense ustedes si algo tan simple y comprensible como cambiar el nombre de un militar golpista por el de la escritora gallega más reconocida de la historia, provoca en él semejante rechazo, qué no debe pasarle por la cabeza cuando le mencionan la reforma de la Constitución (que por otra parte todavía no acaba de entender porqué tuvo que sustituir al fuero de los españoles). Pero insisto en que no deben tomárselo a mal, ni tenérselo en cuenta, porque no se trata de nada que tenga que ver con su pensamiento político, ni es un acto de mala fe, sino que es su propia condición humana, y contra eso es imposible luchar.

Segurísimo que cuando le entregaron el primer sobre con dinero negro, su reacción fue la del rechazo más absoluto, pero cuando el tesorero de turno le dijo que se trataba de una tradición que venía desde el mismo nacimiento del partido, no le quedó más remedio que aceptarlo. Si será conservador M. Rajoy, que miles de años después de que un homínido descubriera que correr tenía considerables ventajas sobre andar (sobre todo si te está persiguiendo un dientes de sable), él continúa prefiriendo la forma en la que se desplazó el primer bípedo del que todos provenimos.