A Ubisoft se le ha acusado en los últimos años de haber exprimido su saga más emblemática, Assassin´s Credd, hasta el agotamiento. Pero al César lo que es del César o, en este caso, al Faraón lo que es del Faraón, porque el descanso y el viaje al Antiguo Egipto han sentado muy bien a la Hermandad de Asesinos y la compañía francesa parece haber resucitado la saga en su máximo esplendor con Assassin’s Creed Origins.

Frente a las entregas anuales, esta vez Ubisoft se ha hecho esperar, y ha merecido la pena. Y no es solo por la expectativa generada. El equipo encargado de esta entrega es el heredero de Assassin’s Creed Black Flag, uno de los mejores episodios de la saga. Y los cuatro años de trabajo se notan en el resultado final. Siguiendo la deriva de los sandbox, se han implementado toques más roleros, un sistema de combate más desafiante y un mapa inmenso trufado de elementos que tienen vida propia.

La historia esta vez nos lleva a los inicios de la Hermandad, a los tiempos del Antiguo Egipto. En concreto, nos trasladamos a la época más mediática por sus interesantes intrigas y los arrebatadores personajes, con los que compartiremos vivencias. Hablamos de Cleopatra, de Julio César y Ptolomeo, con el marco de fondo de Alejandría o Menfis.

En esta ocasión, encarnamos al medjay Bayek, una especie de policía o vigilante de la era Ptolomeica que se hace acompañar de su águila Senu. Este recurso aéreo sustituye a la visión de águila clásica para detectar a enemigos y ahora nuestro amigo alado se encargará de esas funciones: marcar enemigos, encontrar objetos valiosos, localizar animales y recursos…

En nuestra labor de Sheriff, el inmenso mapa nos recompensará con la historia principal, pero sobre todo con una infinidad de misiones secundarias de nuestros vecinos y conciudadanos, siempre necesitados de nuestras dotes. Y, los que no tengan recados para copar nuestro tiempo nos entretendrán con sus discusiones, sus oficios y sus labores. Porque una de las principales sensaciones que transmite el mundo de Assasin’s Creed Origins es que está vivo.

Y no sólo las PNJ nos dejarán fascinados. Sus desiertos, oasis y escenarios fluviales están llenos de vida, muchas veces peligrosa. Hipopótamos y cocodrilos que no dudarán en hincarnos el diente si nos atrevemos a bajar de nuestra barca –alucinante desplazarse por el mapa a golpe de remo-, buitres que se lanzan desde rocas escarpadas para atacarnos e incluso leones y hienas. Y, por supuesto, otros animales menos peligrosos, pero más escurridizos a los que también podremos cazar para hacernos con sus valiosos recursos.

Árbol de habilidades

Pero las novedades que se llevan toda la atención, a la fuerza, son el desarrollo de las habilidades y el sistema de combate. En el primer caso, nos encontramos con un árbol de habilidades, que más parece un laberinto, y que da un toque más rolero a esta edición de Assassin’s Creed.

La madeja de habilidades puede resultar abrumadora, pero a la larga es fácil manejarse y se nos ofrecen atajos y caminos alternativos que no constriñen tanto la experiencia. Pero, sobre todo, y aunque siempre exista el impulso de conseguir el 100% de habilidades, la variedad de caminos a tomar nos permitirá componer a un personaje con una identidad propia, esencia de la faceta rolera.

Una vertiente que se ve reforzada con la variedad de atuendos y trajes con los que podremos personalizar a Bayek. Algunos nos humedecerán los ojos, como la vestimenta legendaria de Altaïr, del primer Assassin’s Creed, y otros nos sorprenderán, como el atuendo de guerrero de Masái. Aunque el principal filón de variedad son las armas, agrupadas por familias que pasan por los arcos, las espadas, las mazas, las lanzas, los escudos… Cada una con sus propias cualidades y niveles. Y si a esto sumamos a los herreros, sastres y demás artesanos que pueblan las ciudades, el número de posibilidades se dispara hasta unos niveles nunca vistos en la historia de Assassin’s Creed.

Sistema de combate

Sin embargo, la mayor novedad es, sin lugar a duda, el sistema de combate. Era innegable que el anterior sistema estaba agotado: tenía fallos desesperantes, como la manía del protagonista de ponerse a escalar en los peores momentos y lugares, pero, sobre todo, carecía de dificultad. A fin de cuentas, acababa limitándose a aporrear los mismos botones una y otra vez con un timing correcto.

Ahora, empezamos a desenvolvernos con los gatillos del mando. A la derecha, botones para el ataque, a la izquierda, para cubrirnos. Y poco a poco vamos añadiendo habilidades como el movimiento para esquivar o el golpe de escudo. Y hay que reconocer que, de primeras, resulta complicado. Incluso frustrante. En mi caso, el enemigo de la primera misión -que no deja de servir de tutorial- acabó con Bayek en siete ocasiones y casi hace lo mismo con mi paciencia.

Sin embargo, la paciencia es la madre de todas las ciencias. Y, por qué no decirlo, el afrontar las misiones con calma -para eso es un juego de sigilo y no un mata-mata-, también ayuda. Al final, uno se hace con el sistema de combate y aprende a disfrutarlo, hasta el punto de que descubres sus posibilidades y acaba convirtiendo cada pelea en una experiencia nueva. Lo que da frescura al juego y, al final, te descubres elaborando estrategias variadas para afrontar los desafíos.

Gráficos y audio

Un derroche de jugabilidad que por fuerza tiene que completarse con el apartado gráfico y sonoro. La majestuosidad del Antiguo Egipto y la vivacidad de su mundo se multiplican gracias a su capacidad gráfica, deslumbrante si se disfruta en 4K. Algo que se aprecia en pequeños detalles como el agua del Nilo, los pasos que dejamos en la arena del desierto o el reflejo del Sol sobre las pirámides. Una grandiosidad que nos impulsará a escalar más y más alto, por mucho trabajo que implique, para poder admirarla en su totalidad.

Y, desde el punto de vista sonoro, hay que aplaudir el esfuerzo porque los PNJ hablen en egipcio a nuestro alrededor, pero también por el doblaje a varios idiomas del juego. También en español, aunque a veces no sea la mejor de sus bazas. Sin embargo, se agradece la inclusión de voces reconocidas como en el caso de Clara Lago para doblar a Cleopatra.

Puntos débiles

Y, puestos a señalar puntos débiles, hay que apuntar a la inteligencia artificial de los enemigos, que podría haberse logrado un poco más. Sobre todo, a la hora de usar el sigilo, cuando podemos llegar a matar a un enemigo junto a otro esbirro y que no se dé ni cuenta. O que ataquemos entre los matorrales una y otra vez hasta llegar a aniquilar a un ejército sin que nadie sospeche.

En cambio, y en línea con el sistema de combate, los enemigos sí se muestran espabilados en el cara a cara. Si nos descubren, nos veremos rodeados en cuestión de minutos, y será prácticamente imposible salir airosos si intentamos pelear a pecho descubierto. Ahí sí, los rivales sabrán actuar con inteligencia y nos pondrán las cosas (aún) más difícil.

En definitiva, nos encontramos ante la resurrección de la saga emblema de Ubisoft y a un ejemplo de que, a veces, conviene dar un paso atrás para coger carrerilla. Y nos esperan por delante hasta 40 horas de juego en el peor de los casos; es decir, si decidimos por algún absurdo motivo ignorar las maravillosas misiones secundarias o no parar, águila en mano, a encarnar a esa historia que contemplaba a Napoleón desde lo alto de las pirámides.