Arranca la Cumbre del Clima de Bonn (COP23) con dos negacionistas del calentamiento global, Trump y Putin, al frente de las negociaciones internacionales, por lo que son muchos los que se preguntan si vale la pena seguir convocando este tipo de encuentros llamados al fracaso de antemano.

Dudan sobre si vale la pena realizar el esfuerzo de reunir, de nuevo, todas las certezas científicas y las evidencias de los daños que están causando los desastres naturales relacionados con el calentamiento global para mostrárselas, de nuevo, a quienes nada quieren saber del tema.

Las dudas son razonables, pero no deben llevarnos a engaño: a pesar de tanto y de tantos, este tipo de encuentros son ahora más necesarios que nunca. Jamás habíamos reunido más y mayores pruebas, jamás tanto y tan veraz conocimiento sobre éste cambio climático: el primero de origen humano y el que mayores y peores consecuencias puede tener para los seres humanos.

Es lamentable que a estas alturas tengamos que dedicar buena parte del trabajo de investigación a desenmascarar a los negacionistas que siguen construyendo realidades paralelas a sueldo del poderoso lobby de los combustibles fósiles. Pero es necesario hacerlo y es necesario rebatirlo con la ciencia y los testimonios acumulados en estas cumbres.

Jamás habíamos reunido más y mayores pruebas, jamás tanto y tan veraz conocimiento sobre éste cambio climático

Porque la cuestión ahora ya no es si el cambio climático está ocurriendo o no, sino qué debemos hacer para hacerle frente. Como cabe actuar de ahora en adelante para mitigar sus efectos y, en todo caso, adaptarse a ellos. Y esa es la pregunta que deberíamos hacernos también a nosotros mismos, a nivel individual y doméstico: ¿y yo que puedo hacer?

De la misma manera que los seres humanos hemos generado las condiciones que han estimulado, acelerado o directamente provocado el cambio climático, también son muchas las medidas correctoras que podemos poner en marcha para mitigarlo, muchas las herramientas que tenemos a nuestro alcance para evitar los peores escenarios descritos por la ciencia.

Todos los expertos que buscan instrumentos de compensación para prevenir esos escenarios coinciden a la hora de destacar el más poderoso de todos ellos: la acción ciudadana.

Es cierto que la acción política es fundamental, tanto como las medidas que puedan emprender las industrias y organizaciones empresariales. Pero debemos tener muy presente que la acción ciudadana individual, solidaria y altruista, es una de las mayores contribuciones que podemos poner en marcha para avanzar hacia un futuro menos incierto.

Nosotros, como ciudadanos responsables, no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras las condiciones climáticas cambian para hacerse cada vez menos confortables para nuestra especie. Y sí, es cierto, es posible que estemos ante la peor hornada de mandatarios de la historia reciente, pero ello no nos debe conducir al desánimo ni mucho menos a la pasividad. Aunque los datos que nos lleguen de la cumbre no inviten al optimismo.

Porque la conferencia no podía arrancar con peores datos. Tras una racha de descenso continuado en los anteriores, las emisiones de CO2 han aumentado un dos por ciento este año. El principal responsable de ello es China, donde el consumo de carbón ha crecido un 3%, el de petróleo un 5% y el de gas natural más de un 10%. Éste es uno de los principales retos a los que van a tener que enfrentarse los negociadores, junto al de convencer a India de que no siga sus mismos pasos. Pero pese a todo, pese a todos, es necesario seguir colaborando.