Gestionar la escasez: ése debe ser el principal cometido en el que debemos concentrarnos para evitar los peores efectos de una sequía, la actual, que ha venido para quedarse.

Desde pequeños consumidores hasta compañías de abastecimiento; desde agricultores a industriales, desde las administraciones locales hasta los grandes organismos internacionales: todos los agentes que participamos en el ciclo integral del agua potable y de saneamiento debemos colaborar para hacer frente al reto de garantizarnos el acceso. Y digo garantizarnos porque solo lo lograremos si todos ponemos de nuestra parte.

En un año hidrológico en el que las lluvias han sido un 18% inferiores a la media histórica y las altas temperaturas convierten cada mes en el más cálido hasta que llega el siguiente. En un momento en el que las reservas de agua embalsada se sitúan al 37% de su capacidad a nivel estatal (quince puntos por debajo de la media de la década) y ante unas previsiones de lluvias para nada esperanzadoras en el medio y largo plazo (lo cual no significa que hoy o mañana pueda llover a cántaros): más y mejor gestión del agua. 

Frente al pronóstico de los científicos que estudian la evolución del calentamiento global del planeta, cuyas predicciones sitúan a los países del Mediterráneo en la “zona cero” del cambio climático: más y mejor gestión del agua. Porque ahora ya sabemos que nos enfrentamos a una situación excepcional.

Eficiencia para garantizar el derecho humano de toda la población al agua, pero generando el mínimo impacto ambiental 

Debido a ello hay que perseverar en la colaboración de todos para avanzar hacia una gestión del agua basada en la eficiencia. Eficiencia para garantizar el derecho humano de toda la población al agua, pero generando el mínimo impacto ambiental de las infraestructuras y equipamientos. Porque ya se sabe que en situaciones excepcionales existe una cierta tendencia al “todo vale” y no, el fin no debe justificar nunca los medios.

En tiempos de escasez es necesario gestionar el agua desde la máxima eficiencia para que ése derecho no se imponga al deber de mantener en el mejor estado de conservación los ecosistemas acuáticos y proteger la biodiversidad que acogen.

Porque el conocimiento es la herramienta imprescindible para alcanzar la máxima eficiencia, es preciso mantener y reforzar la red de equipamientos de captación, potabilización, transporte, almacenamiento, distribución, alcantarillado, depuración, reutilización y restitución al medio ambiente que hemos ido desarrollando a lo largo de todos estos años. Ahora especialmente.

Por todo ello, ante la incertidumbre del acceso al agua: más gestión, más eficiencia, más profesionalidad, más experiencia, más trabajo en red, más conocimiento compartido, y sobre todo más colaboración.