Federico García Lorca es un imán en el tiempo que concita una fascinación, una seducción que trasciende su propia obra más allá de su muerte, o incluso a pesar o trascendiendo la misma. Indisoluble de su naturaleza poética, o tal vez por ella, la raíz del “duende” o el “ángel” lorquiano esta enredada con la música, desde el principio. Su “flamencura”-si se me permite el término-, su gusto por las canciones populares, pero también por la más alta concepción sinfónica que lo llevaría a frecuentar y colaborar con figuras como Manuel de Falla, lo convierten en un adelantado, poética y musicalmente, que sigue enamorando a los contemporáneos.

Ahora, y en paralelo a una obra de teatro en la que Clara Montes encarna y canta a varios personajes del mundo lorquiano, continúa con una gira de conciertos bajo el título “Del Alma a Lorca”, en Madrid, el sábado 28 de octubre en el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío, y en Barcelona, en el Teatro Apolo, el 9 de noviembre. Da gusto hablar de Madrid y Barcelona hermanadas por la cultura y por Lorca y no por otras cuestiones.

Las complicidades de Lorca con el mundo de la escena y de la música son indisolubles desde el principio. Recordemos que su madre, doña Vicenta, inculcó la educación musical a Federico y todos sus hermanos, y que Lorca aprendió a tocar el piano desde muy niño que fue como conoció a Manuel de Falla. Con él organizó el primer concurso de cante flamenco en Granada un 13 y 14 de junio de 1922. También la investigación y recopilación que con Falla hizo de la tradición oral, en especial canciones populares, que formaron parte de su propia inspiración para poemarios como “Romancero Gitano” o “Poema del Cante Jondo”.

Lola Membrives, Margarita Xirgu, Raquel Meyer, Manolo Caracol, Miguel de Molina, Rafael de León y, especialmente, Encarnación López Júlvez, conocida como “La Argentinita” son tan indisolubles del mundo Lorca como la poesía.  Con ella, con la Argentinita,  grabaría Lorca al piano el famoso disco “Canciones Populares” en 1931, que forman parte, aunque no sólo, del repertorio que recupera en su disco y conciertos Clara Montes.

Sólo una figura contemporánea del talento de la intérprete y compositora Clara Montes podría sacar adelante un trabajo tan difícil como este

Sólo una figura contemporánea del talento de la intérprete y compositora Clara Montes podría sacar adelante un trabajo tan difícil como este. Es una interpretación muy desnuda, muy de verdad y con verdad;  si “La Argentinita” grabó su disco sólo acompañada por el piano de Federico, ella sólo se acompaña de guitarra. Entre los temas de este disco, prodigiosamente acompañados por el músico José Luis Montón,  se mezclan parte del repertorio de Lorca y la Argentinita, con poemas de Federico, musicados algunos por la propia Clara Montes, con lo cual aporta su propia y particular visión compositora,  y otros temas de repertorios cercanos a su clima poético.

“Los cuatro Muleros”, “Nana”, “Mi Amigo”, el tango “Pecado”-un tango convertido en himno para los que se amaban en la oscuridad de la condena por amar a los de su propio sexo ya en la época de Lorca y censurado durante décadas por el franquismo-, o “El Romance del Rubio de Albacete”, compuesto por una medio “toná” , a capela, por la propia Clara Montes. 

Y es que Clara Montes tiene anidada en la voz  este “ángel lorquiano”, esa temperatura poética y flamenca a la vez. Posee el encanto de la Argentinita pero, desde su propio temperamento artístico, desde el hoy, con  la capacidad del respeto por los modelos sin convertirse en una mímesis, aportando una capacidad de emocionar desde la desnudez más profunda y sentida  de su canto.

Es ya un clásico, lleno de sensibilidad y talento, de verdad y emoción, que, estoy seguro, hubiera encandilado al genial poeta de Granada. La Montes, con su voz Clara, hace valer esta luz del poeta que prevalece a su terrible desaparición en su garganta y en el sentir de su alma. “Del Alma a Lorca”.