Profundo conocedor de la política, demócrata indiscutible que ayudó a construir a su regreso del exilio una democracia aún tambaleante, Josep Tarradellas, el primer president de la Generalitat tras la dictadura, mostró su preocupación porque su sucesor, Jordi Pujol, introducía desde Cataluña su encono contra España

Así lo manifestaba en un carta al entonces director de La Vanguardia, Horacio Sáenz Guerrero, el 16 de abril de 1981, que ahora resulta profética. Dos meses antes, había tenido lugar el  fallido golpe de Estado del 23-F.

Narraba Tarradellas que tras tomar posesión su sucesor el 9 de mayo del año anterior, “manifesté que se había roto una etapa que había comenzado con esplendor, confianza e ilusión el  24 de octubre de 1977, y que tenía el presentimiento de que iba a iniciarse otra que nos conduciría a la ruptura de los vínculos de comprensión, buen entendimiento y acuerdos constantes que durante el mandato habían existido entre Cataluña y el Gobierno de España". 

Profetizaba Josep Tarradellas la ruptura del pueblo catalán y aseveraba: “Es desolador que hoy la megalomanía y la ambición personal de algunos, nos hayan conducido al estado lamentable en que nos encontramos y que nuestro pueblo haya perdido, de momento, la ilusión y la confianza en su futuro. ¿Cómo es posible que Cataluña haya caído nuevamente para hundirse poco a poco en un situación dolorosa, como la que está empezando a producirse?”. 

Otro párrafo destacaba la lucidez de su análisis: “Vemos que sus responsables están utilizando un truco muy conocido y muy desacreditado, es decir, el de convertirse en el perseguido, en la víctima; así hemos podido leer en ciertas declaraciones que España nos persigue, nos boicotea, nos recorta el Estatut, nos desprecia, se deja llevar por antipatías hacia nosotros, que les sabe mal y se arrepienten de haber reconocido nuestros derechos...”  

La voz preocupada del president está hoy plena de actualidad. Desde entonces, hemos visto como Jordi Pujol y los suyos se han forrado a costa de Cataluña para reclamar a continuación la independencia y lanzar exabruptos contra el resto del país que hacen suyos el actual Govern  compuesto por partidos que aportan  discrepancia  y tensión.

Abogaba entonces Tarradellas por dejar en el olvido “todo lo que ahora nos separa, porque nuestro país es demasiado pequeño  para que desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos”. Ojalá sus palabras lleguen a los oídos interesados en resolver las diferencias y se extienda como el aceite la sensatez y la solidaridad.