Dicen las últimas encuestas del CIS que la preocupación de los españoles por la corrupción se ha disparado en doce puntos.  Me pregunto, sin embargo si, además de “La Corrupción” con mayúsculas, el ciudadano medio se preocupa tanto por una corrupción extendida y socializada y otra, digamos “de Luxe”, no sólo tolerada, sino ensalzada y defendida.

La preocupada ciudadanía dispara verbalmente contra la clase política y empresarial, con razón muchas veces, aunque también existen políticos entregados al servicio público, y empresarios que respetan la leyes y a los trabajadores. Sin embargo cuando se estudia el porcentaje de economía sumergida de nuestro país nos encontramos con una distopía, un desnivel de dos realidades, entre la economía a la luz, y la economía en sombras. Cuando un ciudadano particular hace una obra en casa, menor o mayor, sin factura, es corrupción; cuando se hace un arreglo de una caldera o de pintura sin facturar, es corrupción; cuando no se da de alta a un trabajador doméstico como ha hecho según condena la justicia, recurrida  pero condena, el señor Pablo Echenique, es corrupción. Esta corrupción de andar por casa, sumada, equivale al 17,2 % del PIB español, lo cual no es una limosna. En nuestro país se traduce en  más de 200.000 millones de euros. Eso supondría muchas escuelas, muchos profesores, médicos, enfermeras, policías, carreteras, ayudas a la dependencia, apoyo a la cultura, etc. , que podría sostenerse si fuésemos más suecos o noruegos, con quienes queremos compararnos en los fiscal, y no jugásemos en “b” también en la conciencia cívica. Todo esto tiene correlación con lo que estamos viendo en los ídolos de masas, en los jugadores de fútbol, la única y mayoritaria religión contemporánea, y ya sabemos que cualquier religión, como dijo Marx, es “el opio del pueblo”.       

Es francamente irritante ver cómo ídolos de masas, adorados hasta la demencia, como Leo Messi o Cristiano Ronaldo, entre otros muchos, salpican las páginas de los diarios, y los telediarios, y las radios, con tramas societarias en paraísos fiscales para no declarar en este país que es donde se les pagan primas multimillonarias, donde se les hacen contratos estratosféricos de publicidad, y donde venden sus camisetas, perfumes, y demás fetiches de dioses con pies de fango. En el caso del madridista la investigación de Hacienda que ha derivado en denuncia de la Fiscalía por defraudar 14,7 millones puede salirle muy cara al jugador portugués que, de ser condenado, se enfrenta a penas de entre 21 meses y 4 años de cárcel. La multa podría estar entre 30 y 90 millones de euros, el doble y el séxtuplo de la cantidad defraudada. En el caso del culé, Messi es ya por sentencia firme  autor de tres delitos fiscales. El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de 21 meses de cárcel que impuso en julio pasado la Audiencia de Barcelona al delantero del FC Barcelona por defraudar 4,1 millones de euros a Hacienda. Lo más vergonzoso de todo es ver como desde sus clubes, en vez de rechazar la comisión de delitos tan execrables, se les apoye mediáticamente, en lo que, y dejo la propuesta sobre la mesa, debería penarse por enaltecimiento de la corrupción y el fraude, quizá porque, sabemos por investigaciones paralelas y otras ya sentenciadas, son cómplices en la comisión de estos delitos, maquillando los pagos con primas, derechos de imagen, y otras eufemísticas formas de fraude a todos. Entiendo aún menos a los aficionados y seguidores de dichos clubes, que hacen defensas encendidas de unos delitos que por sus cifras, cuestan vidas, no nos olvidemos, en los tratamientos, medios, maquinarias, investigación, que no pueden llevarse a cabo por culpa de los que defraudan.

Es curioso que, a pesar de lo que se dice, ya hemos visto desfilar por la cárcel, y cumplir condena a figuras muy significadas de la política,  uno de ellos Granados, expresidente de la Comunidad de Madrid, que se ha pasado 32 meses a la sombra. Sin embargo, estoy convencido que, ninguno de los dos citados, con sentencia firme uno y el otro en espera de aclaración, tampoco otros muchos colegas de profesión pelotera, van a pisar la cárcel. No comulgo con esa ley no escrita de que si no hay antecedentes y es una pena menor de dos años no se pisa el trullo. Es una cuestión discrecional de los jueces y se supone que la ejemplaridad debiera ser un agravante en estos casos. Sin embargo sabemos que, la alarma social sólo la ha pagado hasta el momento Isabel Pantoja, debe ser que, habiendo defraudado menos que estos, el hecho de ser una folklórica, causa más escándalo. Es francamente indignante que estos muchachitos se permitan el lujo de decir que están “con la conciencia tranquila”. Hay quien la tiene tranquila de no usarla o por ausencia de ella. Una pena que no se pasasen una temporadita a la sombra. Seguro que tendrían muchos admiradores también allí, aunque no pudiesen lucirse tanto en calzoncillos. Una auténtica vergüenza esta corrupción en pantalón corto, defendida y entronizada cada día.