Mientras nos siguen hablando de paz y amor los que siempre nos hablan de paz y amor por estas fechas, se sigue promoviendo y alentando la injusticia social, el abuso y la miseria. Mientras se vuelven, un año más, a sacar de la recámara de la conciencia colectiva los tan manidos tópicos navideños que sólo se sostienen en base a cerrar los ojos y a dar por buenos el mimetismo y la ignorancia, sigue aumentando de manera exponencial la brecha que separa a los “pobres” de los “ricos”; y se sigue aceptando como norma la exclusión social, y se sigue promoviendo la indefensión y la marginación de la parte de la sociedad más vulnerable y que más sufre.

Sólo en Madrid duermen en la calle más de tres mil personas todas las noches. ¿Hay alguna posible justificación para eso? ¿Cuántos miles de millones de euros dedica el Estado español de sus PGE anuales a obra social? ¿Por qué ese dinero no llega a los que realmente más lo necesitan? ¿Por qué las personas que están en situación de pobreza extrema no llegan ni a conseguir veinte euros para poder comer y dormir bajo techo? ¿Por qué se rescatan bancos y autopistas con que los neoliberales han hecho negocio personal, y no se rescatan a seres humanos que duermen en Navidad a la intemperie, o bajo siniestros túneles?  ¿A qué bolsillos llega realmente ese dinero?  Preguntas retóricas, pero que hay que seguir haciéndoselas, aunque nadie ofrezca respuestas.

Y se resucita y se recupera, a estas alturas, la idea de “caridad” frente a solidaridad y justicia social. La caridad es un invento cristiano para justificar y perpetuar el clasismo y la pobreza. Algunos viven y se enriquecen en base al sufrimiento humano. El hambre y la miseria son un gran negocio para algunos que se dedican a vender auxilio espiritual mientras llenan sus arcas insaciables de dineros y fondos que por ser de todos no son de nadie. El hambre y la miseria son útiles como escaparate que ablanda conciencias idiotizadas o acríticas. Actos de caridad, beneficencias. España sabe mucho sobre eso. Galdós lo describía y lo denunciaba en “Misericordia”. Carmena y Colau viajan al Vaticano para hablar de Derechos Humanos. Carmena cena con el obispo de Madrid y con los sin techo en Navidad.

¿Por qué cae Carmena en esa trampa? Los sin techo son ciudadanos en situación precaria que tienen derechos. No necesitan caridad. Ni cenas con obispos en nochebuena. Necesitan derechos todo el año. Sus derechos. Ninguna cena hipócrita auspiciada por los que venden a precio de oro la caridad va a beneficiarles en nada. Ellos necesitan trabajo, una vivienda digna, un horizonte de dignidad. Necesitan que les llegue el dinero que se destina a obra social y otros se embolsan. Necesitan solidaridad, fraternidad, hermandad. No necesitan caridad. Necesitan profesionales de la salud, de la Psicología, de Servicios Sociales, no necesitan curas ni misas ni el desprecio que supone la limosna. No son menos que el resto. Son lo mismo que el resto, o más, porque están indefensos. Ésa es la verdadera solidaridad y el verdadero amor al prójimo. Lo demás son disfraces de falsas filantropías.

Que no nos hablen de paz y amor mientras la Iglesia registra en los Registros de la Propiedad miles de bienes inmuebles públicos, mientras recibe muchos miles de millones de euros anuales del Estado. Que no nos hablen de paz y amor mientras se trata a los inmigrantes y a los refugiados como basura. Ni mientras quede en las calles de este país una sola persona que duerma en la calle con ropaje de indefensión y de miseria. Que no nos hablen de paz y amor mientras se vulneran continua y sistemáticamente los Derechos Humanos fundamentales. Que no nos hablen de paz y amor mientras en las arengas dominicales se contribuye al machismo, al maltrato, animal y humano, a la intolerancia, al odio al diferente, y, en realidad, no se pronuncia una sola palabra sobre el verdadero amor.

El amor tiene no tiene que ver con el miedo, ni con el sometimiento, ni con la ignorancia, ni la inconsciencia, ni con la irracionalidad ni con el desprecio a la libertad y a la vida. Muy al contrario, el amor sólo existe en libertad, y en la consciencia, y en el respeto profundo a la vida y, sobre todo, a la libertad de los demás.

A mis queridos lectores, que haberlos haylos, y, en general, a todas las personas de buena voluntad, les deseo en este nuevo año, en este nuevo cambio de ciclo de la natura y de nosotros mismos, eso mismo, amor, consciencia, respeto profundo a si mismos y a la vida, y, por supuesto, libertad.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y la poesía
sí pueden cambiar el mundo.

Walt Whitman  -Hojas de Hierba-