En invierno y con las condiciones climáticas adversas, especialmente con nieve, hay que tener especial precaución al volante. A groso modo, hay que conducir de forma lenta y suave, incluyendo aquí frenos, dirección, aceleración y cambio de velocidades. Hay que acelerar con cuidado usando bajas revoluciones y cambiando a una velocidad más alta tan rápido como sea posible.

También hay que recordar que hay que mantener una mayor distancia de seguridad entre tu vehículo y el anterior, para dejar una distancia de frenado mayor. En el caso de que tu vehículo empiece a patinar, trata de no sumirte en pánico y conduce suavemente, sujetando el volante con fuerza y evitando movimientos bruscos.

En cuanto al encendido de los faros, debes tener en cuenta que si la visibilidad disminuye por debajo de 100 m, debes encender los faros antiniebla y apagarlos cuando la visibilidad mejore.

Cómo conducir con nieve

Conducir con nieve implica tener ciertos riesgos que en unas condiciones climáticas favorables no entran en juego. Aunque te sorprenda una nevada, realmente lo más peligroso en la calzada en condiciones adversas es el hielo, ya que hace que el coche se deslice sin ningún control, pero también la nieve. Por ello, a continuación se ofrecen unos útiles consejos a tener en cuenta en el caso de que nos podamos enfrentar a la conducción con nieve:

  • Planificar: antes de salir a la carretera es importante informarse sobre cómo está la carretera. Lo puedes hacer fácilmente a través de las aplicaciones móviles o las redes sociales, por ejemplo de la DGT.
  • Mantenimiento: el coche debe encontrarse en unas condiciones óptimas para enfrentarse a la nieve. Por eso es importante revistar las escobillas, el parabrisas, las luces, los neumáticos e incluso el nivel de líquidos del vehículo, incluyendo tanto el de la batería como el líquido anticongelante y el del parabrisas.
  • Preparación: es recomendable llevar el depósito lleno de carburante, además de llevar algo de bebida, comida y una linterna por si nos quedamos atrapados en el vehículo. Y, por supuesto, no olvidar las socorridas cadenas.
  • Apostar la comodidad a la hora de conducir, usando ropa que no sea aparatosa como abrigos de plumas o guantes que dificulten nuestra movilidad.
  • Poner la calefacción del coche a una temperatura confortable.
  • Neumáticos: deben estar en buenas condiciones, ya que si están desgastados tendrán menos agarre al asfalto. Cabe recordar que hay neumáticos específicos para la nieve que puedes utilizar si estás en una zona bastante asidua a las nevadas. Además, los neumáticos de invierno son aptos para cualquier tipo de coche. Si se ponen en las cuatro ruedas se consigue el máximo agarre, una ventaja frente a las cadenas, que solo se pueden colocar en el eje trasero.
  • Conducción con precaución: hay que conducir con suavidad, tanto en la dirección como con los frenos y el acelerador. Conducir de forma brusca fomenta el deslizamiento y rompe la adherencia del neumático. También debes ser prudente con la velocidad y con las distancias de seguridad.
  • Pisar el freno lo menos posible y hacerlo siempre en línea recta.
  • Extremar la el cuidado con las zonas sombrías, salidas de túneles, badenes y puentes de paso elevados, ya que puede que se hayan formado placas de hielo.
  • Mantener el teléfono móvil cargado y operativo por si acaso nos quedamos tirados.