Ya son más de 200 las personas fallecidas, hay cientos de desaparecidos y miles más en peligro de morir, con sus poblaciones devastadas. Es el último balance del presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, sobre el paso del ciclón Idai, que ha asolado el sureste de África, afectando sobre todo a Zimbabue, Mozambique y Malawi, tres países en los que 1,6 millones de personas viven en áreas afectadas por el viento y las lluvias, según datos de la Oficina de la ONU para la Infancia (Unicef).

Fue en la noche del jueves pasado cuando el ciclón llegó al litoral de Mozambique, a unos 300 kilómetros al este de Zimbabue, dañando gravemente la ciudad costera de Beira dejando un reguero de muertes, cortes de electricidad y de las comunicaciones. Las inundaciones afectaron a 117.000 personas con más de 17.000 desplazados, y la ONU y sus socios humanitarios han realizado un llamamiento para recaudar 40,8 millones de dólares (unos 36 millones de euros al cambio actual) que invertir en tareas de reconstrucción.

El viernes, el ciclón alcanzó el oeste de Zimbabue, y sus consecuencias condujeron al presidente del país, Emmerson Mnangagwa, a declarar el estado de desastre, y al ejército zimbabuense a intervenir en las operaciones de búsqueda, rescate y  evacuación de comunidades en riesgo. Mientras, en el vecino Malawi hay casi un millón de personas perjudicadas a causa del desastre natural, y 80.000 se hallan sin refugio, de acuerdo con la Federación Internacional de la Cruz Roja.