El candidato que salga elegido en las presidenciales del próximo noviembre en Estados Unidos tendrá que adoptar decisiones clave para el medioambiente de su país. Más aún, del planeta. Y eso que, según ha criticado Tim McDowell, responsable de la sección de medioambiente de Mother Jones, el verde es un tema que apenas ha ocupado espacio en los debates.

Un cuarenta por ciento menos de emisiones

Pero serán muchos los asuntos ecológicos que tendrá que afrontar el próximo inquilino de la Casa Blanca. Para empezar, decidir si apoya el anuncio que hizo Obama en agosto de 2015, diciendo que el gobierno federal reduciría en un 40 por ciento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), orden que en este momento está pendiente de aprobación en la Corte Suprema de Estados Unidos. También están pendientes de aprobación definitiva el plan de crear un parque natural protegido de casi 50.000 kilómetros cuadrados en Alaska, la ampliación de la reserva marina estadounidense a seis veces su tamaño actual, la disminución de los niveles de emisiones para 2025, y la entrada en vigencia del Clean Power Plan, un llamamiento a la inversión en energías limpias a gran escala.

Repensando el franking

Luego están las promesas. La -si nada lo cambia- candidata demócrata, Hillary Clinton, que ha manifestado reticencias respecto a la práctica del fracking, se ha comprometido, entre otras cosas, a instalar 500 millones de paneles solares por todo el país durante su primer mandato, y espera que en 2020, un tercio de la electricidad que se consuma en el país proceda de energías renovables.