Como en cualquier otro ámbito en el que estén relacionados los humanos, el cambio climático y sus consecuencias también nos dan la oportunidad de comprobar cómo hemos conformado nuestra sociedad. Cómo las desigualdades son cada vez más amplias y también se manifiestan ante los fenómenos naturales derivados del alza de las temperaturas. 

Mangkhut contra Florence

La conclusión no por repetida menos acuciante, es que son los países pobres los que más sufren las consecuencias de este fenómeno global. O por decirlo de otro modo, los efectos del cambio climático son peores en los países que menos responsabilidad tiene en él.

En los últimos días hemos tenido un ejemplo bastante esclarecedor. Dos para ser precisos. Primero, el super tifón Mangkhut que arrasó el sur de Filipinas y ha sido considerado como la tormenta más fuerte de todo 2018, dado que llegó a provocar vientos de más de 200 kilómetros por hora. 

Casi al mismo tiempo, en Estados Unidos, el huracán Florence golpeó con dureza localidades de las dos Carolinas con vientos superiores a los 120 kilómetros hora.
Aunque ambos fenómenos tuvieron un desarrollo similar, los efectos de Mangkhut fueron mucho peores. De momento se estima en más de 100 personas los fallecidos por el paso de la tormenta. La situación de desamparo de la población ante estos eventos meteorológicos por las pobres infraestructuras se ejemplifica perfectamente por los 40 muertos que provocó un deslizamiento de tierras sobre un poblado. Sin embargo, el paso del mismo tifón por Hong Kong no dejó ninguna víctima. 

Diferencias después

En el caso de Florence la cifra de fallecidos ha sido de un tercio de lo sucedido en Filipinas. Y eso que estamos hablando de una de las zonas en las que las infraestructuras son más débiles en todo el país.

Y esto es solo el principio. Las diferencias más relevantes se dan justo después, en la recuperación. Mientras que en los países desarrollados, máximos contribuyentes a la emisión de gases de efecto invernadero, cuentan con sistemas y seguros que garantizan la rápida recuperación, los países en vías de desarrollo pueden tardar décadas en recuperarse del impacto de estas tormentas.