Es definitivo. Nos vamos al infierno. Si en algún momento hubo esperanza, abandonadla ya. El año 2017 las emisiones de CO2 crecieron en todo el mundo. Las previsiones para 2018 son más pesimistas todavía. Es la prueba definitiva de que en unos años nos freiremos dentro de este planeta. 


Olvídate de París

Porque hace unas décadas podía suceder. Pero ahora, en pleno padecimiento de las consecuencias del cambio climáticos. Cuando todos sabemos de qué va el asunto, por qué se produce y, sobre todo, cómo frenarlo. Si en este escenario, las emisiones siguen aumentando es que ya es imposible cambiar. 

Parecía que íbamos en la buena dirección. El impulso de los Acuerdos de París contribuyó a que de 2014 a 2016 los índices de emisiones de partículas contaminantes responsables del efecto invernadero descendieran. Pero en 2017 emitimos un 1,6% más de gases de efecto invernadero. Y las previsiones apuntan a que será peor el dato de 2018. Las primera proyecciones hablan de in incremento del 2,7%.

Pero ha llovido mucho desde aquella cumbre y ya poco nos queda de París. Los cambios de gobierno, especialmente en Estados Unidos, no solo ha supuesto una parada en las políticas de reducción de emisiones. 

Realmente ha significado un retroceso en todo lo avanzado. Retroceso que es muy grave cuando los científicos nos recuerdan que el CO2 no se evapora si no que aumenta su potencia según se acumula en nuestra atmósfera y mares. 

El resultado será que este año que estamos a punto de concluir será el año en el que más emisiones hemos producido en toda la historia de la humanidad. 
Si todo esto se produce en medio de la tormenta informativa y las tormentas reales provocadas por el cambio climático, ¿qué esperanza queda?