Lo llaman Caballo de Troya. También él es capaz de integrarse en un ecosistema desonocido y boicotearlo desde dentro. Combate los tumores a través de la nanotecnología y el plegado de moléculas de ADN, en un proceso similar a la papiroflexia.

Ding Baoquan, investigador del Centro Nacional chino de Nanociencia y Tecnología (NCNST), dobló un ADN monocatenario de un fago (tipo de virus) en forma de hoja rectangular para después colocar cuatro moléculas de trombina (enzima de coagulación en el plasma sanguíneo) en la misma y enrollar todo.

Toda la sangre, el oxígeno y la energía se transmiten a las células cancerosas a través de los vasos sanguíneos, por lo que el objetivo era bloquear, con este nanorobot, los vasos que alimentan los tumores para eliminarlos. En la interfaz, a través de fragmentos de ADN de proteína nucleolina se instalaron bloqueos, formando un nanorobot con un diámetro de 19 nanómetros y unos 90 de largo.

Una vez inyectado, el Caballo de Troya circula por los vasos sanguíneos, y sólo los tumores tienen “la llave” para abrir los bloqueos. Una vez liberadas las moléculas de trombina, se encargan de atraer plaquetas y proteína de fibrinógeno para formar un gran trombo o coágulo en el vaso sanguíneo y cortar el suministro de sangre, logrando así aislar al tumor. Y una vez finalizada la tarea, sayonara: el nanorobot puede eliminarse sin problema.

Los investigadores han llevado a cabo experimentos controlados con el nanorobot en más de 200 ratones con melanoma, cáncer de mama, cáncer de ovario y cáncer de pulmón primario, resultando efectivo para eliminar el tumor en la mayoría de los casos.