Con el estudio Efecto Mozart y memoria en pacientes con deterioro cognitivo (MEM-COG) se persigue investigar si la música puede ser un medio que facilite o potencie el aprendizaje a personas con deterioro cognitivo (DCL) o enfermedad de Alzheimer (MI) leve. También se averiguará “qué aspectos de la música son clave para establecer un beneficio cognitivo, es decir, qué tipo de música —relajante o una música que nos active— y en qué momento es más útil: por ejemplo, en la fase en que aprendemos una información nueva o en aquella en que recuperamos la información que hemos aprendido”, explica en su web el grupo Cognitive Neurolab de los Estudios de Salud de la UOC, impulsora del análisis.

Si bien “ya existen estudios que indican que la exposición a la música puede aumentar el rendimiento en tareas de memoria, aprendizaje y atención”, la mayoría de los estudios se hicieron con gente sana y “no sabemos si la música podría ser una herramienta complementaria para estimular cognitivamente a personas que padecen déficits de memoria”, explica la entidad. Así, “estas enfermedades neurodegenerativas se caracterizan por dificultades al formar nuevas memorias y la música podría ser una herramienta para consolidar nuevos aprendizajes”.

El estudio reclutará pacientes tanto del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau como de SINGULAR Música y Alzheimer, “un centro de Barcelona especializado en rehabilitación y estimulación cognitiva de pacientes de Alzheimer por medio de la música”. En la primera fase del estudio, “los pacientes harán tareas de memoria con música clásica de fondo”. Tendrán que memorizar caras anónimas de personas y recordarlas después. Se utilizara música clásica porque “es un tipo de música que se caracteriza por ser entre relajante y activante, que ha demostrado ser la más efectiva para potenciar la memoria. Por otro lado, el hecho de que no tenga letra permite reducir la interferencia que puede producir la información verbal sobre el contenido que los participantes tendrán que aprender en la tarea de memoria”. También quiere utilizarse la misma metodología de estudios previos de este tipo llevados a cabo con personas sanas.

En la segunda fase, los investigadores usarán músicas conocidas por los pacientes, de tradición popular, para observar “si el hecho de que les gusten más puede potenciar los aspectos emocionales y, de este modo, generar más beneficios en la memoria”. Todo, porque “al tener los tratamientos farmacológicos disponibles en la actualidad unos efectos muy limitados en la cognición, disponer de terapias de otros tipos que puedan mejorar la situación cognitiva de los pacientes, como por ejemplo la música, es de vital importancia”.