Un nuevo estudio de la revita Nature señala que la NOAA -la agencia estadounidense del clima-, ha detectado que las emisiones del triclorofluorometano, o CFC-11, el segundo gas más abundante en agotar la capa de ozono en la atmósfera, han aumentado inesperadamente. Esas emisiones serían de una nueva producción no declarada, puesto que su producción se eliminó por el Protocolo de Montreal en 2010. Tras aquella supresión, se mantiene una gran reserva de CFC-11 contenida principalmente en el aislamiento de espuma en los edificios y en los aparatos fabricados antes de mediados de la década de los noventa. Una menor cantidad de CFC-11 también existe hoy en los refrigeradores. Los CFC se habían utilizado en la fabricación de aerosoles, como agentes de soplado para espumas y materiales de embalaje, como disolventes y como refrigerantes.

Así, las emisiones de una de las sustancias químicas más responsables del agujero de ozono antártico irían en aumento, pese al tratado internacional que requirió su fin. "Esto es lo que está sucediendo, nos está alejando de la oportuna recuperación del agotamiento de la capa de ozono", escribe en el artículo el científico de la NOAA Stephen Montzka.

El CFC-11 todavía representa una cuarta parte del cloro presente en la estratosfera actual, por tanto, las expectativas de que el agujero de la capa de ozono cicatrice a mediados de siglo dependen de una disminución acelerada del CFC-11 en la atmósfera a medida que disminuyen sus emisiones, lo que debería ocurrir sin una nueva producción de CFC-11.