Los sonidos de la ballena azul pueden alcanzar los 188 decibelios, el triple de lo que el oído humano puede soportar sin sufrir daño. Un estudio publicado hace unos días en la revista especializada The Journal of the Acoustical Society of America explica que algunos mamíferos y aves son capaces de transmitir el 100 % de su potencia vocal total, mientras que en los humanos este porcentaje no supera el 1 %.

El objetivo natural de estos volúmenes que se registran en animales salvajes es que, entre éstos, la comunicación se da, a menudo, a varios kilómetros, y hacer escuchar es clave para la supervivencia. Para los investigadores de la Universidad de Utah, existen  características que favorecen proyectar mejor la voz, como tener una boca especialmente ancha, la capacidad de emitir tonos altos y la de orientar eficazmente el cuerpo.

Los autores exponen que la mayoría de mamíferos usan su cuerpo como un todo a modo de bafle. Así, para que el sonido alcance grandes distancias, los animales inclinan la cabeza hacia atrás y se sirven de la capacidad de retracción y la flexibilidad de sus cuellos para dirigir el sonido a su antojo. Los humanos, sin embargo, no disponemos de tal flexibilidad ni tenemos capacidad para emitir tonos tan altos, lo que denota que la comunicación a grandes distancias no es una prioridad para nosotros. De hecho, podemos servirnos de la electrónica y comunicarnos de otras formas igualmente eficientes que escapan de los mecanismos naturales de emisión del sonido.

Y aunque los autores afirman que gran parte del potencial sonoro de cualquier animal se pierde antes de llegar a la boca, en los pulmones y la garganta, una vez en ella, es la eficacia de radiación lo que determina la potencia final del sonido, es decir, hasta donde llegará.