Una nueva investigación presentada en el Congreso Europeo de Obesidad (ECO, en sus siglas en inglés), ha evaluado la capacidad aeróbica de niños de 11 años en Málaga, con un peso normal y también con obesidad, en dos momentos distintos: 1996 y 2016. En total, se han analizado 132 niños con peso saludable y 72 niños obesos en 1996, y 213 niños con peso normal y 139 niños obesos en 2016 para comparar la aptitud aeróbica con el tiempo. Y se ha concluido que incluso los primeros tienen menos aptitud física que los niños de su edad hace veinte años.

La clave para detectar este cambio ha sido la frecuencia cardiaca. Cuanto menos eficiente es el corazón, más tiene que latir por minuto para bombear sangre alrededor del cuerpo, y la recuperación de la frecuencia cardiaca, esto es, la velocidad a la que la frecuencia cardiaca vuelve a la normalidad después del ejercicio, suele ser más baja en personas en mejor estado cardiovascular durante el ejercicio máximo, y además vuelven a su frecuencia cardiaca en reposo más rápidamente después de la actividad física.

Así, el estudio ha mostrado que los niños con un índice de masa corporal (IMC) más alto registran una recuperación más lenta de la frecuencia cardiaca, lo que sugiere un posible vínculo entre el peso corporal saludable y la recuperación más rápida de la frecuencia cardiaca. Los chicos llevaron un monitor de frecuencia cardiaca durante una prueba de estado físico (prueba de pitidos), requiriéndoles correr 20 metros entre dos puntos hasta que ya no pudieron hacerlo antes de que sonara el pitido.

Se registraron los latidos de pulso por minuto (BMP) al final de la prueba y cada minuto tras la recuperación. Los resultados mostraron que los niños de peso saludable en 2016 estaban marcadamente menos en forma que sus predecesores en 1996, con un promedio (media) de idas y venidas de 5,1 en 1996 y 4,8 en 2016. En contraste, en más de 20 años no se observaron diferencias significativas en la prueba de carrera en niños obesos (4,2 frente a 4,1).

Sin embargo, tanto los niños en peso saludable como los obesos mostraron una eficacia cardiaca mucho menor y una recuperación de la frecuencia cardiaca peor al final de la prueba y durante toda la recuperación en 2016 en comparación con 1996. Por ejemplo, en 2016 la frecuencia cardiaca promedio de los niños normales al final de la prueba cayó de 181 lpm a 147 lpm después de 1 minuto a 136 bmp después de 2 minutos; mientras que, en 1996, la frecuencia cardiaca promedio fue de 198 bmp al final de la prueba de pitido, y bajó a 155 bmp después de 1 minuto y a 133 bmp tras 2 minutos.

Los investigadores concluyen pidiendo más iniciativas para aumentar los niveles de acondicionamiento físico en los niños. "Nuestros resultados sugieren que solo medir el IMC puede no ser suficiente para monitorizar la salud futura de los niños y reforzar la necesidad de promover la actividad física, especialmente la aptitud aeróbica, para mejorar la capacidad del corazón y los pulmones y una mejor recuperación después del ejercicio".