La eutanasia es uno de los debates de estos tiempos. El derecho a morir dignamente o, simplemente, a elegir cuándo y cómo morir, sin ingerencias ideológicas o religiosas. Más allá de eso, ahora existe la posibilidad de morir con un sonrisa en la cara.


Un proyecto loco

Bueno, realmente no existe porque se trata de un proyecto. Un proyecto muy loco. La Montaña Rusa de la Eutanasia. Una montaña rusa que mata a los viajeros que se suben a ella. 

La idea nace de la alocada cabeza de Julijonas Urbonas, un inquieto estudiante del Royal College of Art de Londres. La intención de Urbonas, exempleado de un parque de atracciones era, “acabar con vidas de una forma elegante y con euforia”. Con esto en la cabeza diseñó un trayecto en el que 24 personas pueden perder la vida al mismo tiempo.

Siete giros mortales

La montaña se inicia con una campana brutal a la que siguen siete loops cada vez más pequeños. La disposición de la caída y los bucles provocarían en los viajeros primero hipoxia cerebral prolongada y después la muerte. Es decir, ninguno llegaría muy a enterarse de qué está pasando, pues la carencia de oxígeno acabaría con su consciencia antes de llegar al final.

Hay que tener en cuanta que en los loops se generaría una fuerza equivalente a 10G, es decir, una inercia 10 veces mayor que la atracción terrestre, durante prácticamente un minuto. El proceso sería algo como visión túnel, visión gris y un síncope final. 

En realidad no harían falta siete giros de 360 grados para conseguir este resultado. Bastarían dos o tres, pero Urbonas tiene claro que el objetivo de su montaña rusa es terminar el trabajo, por eso cuatro bucles más. De seguridad. 

Desde luego queda mucho para ver algo así construido y funcionando.  Pero el autor, como suele ocurrir en estos casos, quiere dejar claro que es solo una cuestión ética, no técnica.