Todos los científicos nos lo han dicho. Desde Carl Sagan a Stephen Hawking nos advierten de que es mejor que vayamos buscándonos un planeta B, al que podamos emigrar cuando este ya no sea habitable. Desde hace tiempo tenemos el ojo puesto en TRAPPIST-1e.

Mundos fríos

Ahora nos llegan más informaciones de que este podría ser un buen candidato para albergarnos el día que tengamos que dejar la Tierra. Las últimas revelaciones han sido aportadas por el Cool Worlds Laboratory de la Universidad de Columbia en Estados Unidos. 

Estos investigadores se han centrado en tratar de desentrañar la composición del interior de los planetas que giran alrededor de la estrella TRAPPIST-1. Para ello midieron el radio y la masa de los planetas y se extrapolaron a modelos teóricos basados en los que sí conocemos sobre otros mundos, incluido el nuestro.  

Como en la Tierra

Así han podido concluir que el planeta 1e muy probablemente tenga un núcleo de hierro fundido. Según sus cálculos, este núcleo debe de ser el 50 por ciento del radio del planeta y un máximo del 78 por ciento de su masa. Se trata de medidas similares a la Tierra, en la que el núcleo férreo comprende el 55 por ciento del radio del planeta. 

Las implicaciones de este núcleo de hierro son muy importantes. Por ejemplo, supone que TRAPPIST-1e posee un campo magnético como el de la Tierra. Eso permitiría que la vida avanzara en su superficie, ya que el campo magnético desvía las radiaciones provenientes de la estrella entorno a la que gira.

Se trata de un nuevo dato a favor de este entorno como uno de los más posibles de albergar vida, ya que se une a otras observaciones, como la posibilidad de que cuente con una atmósfera estable y agua líquida al encontrarse en la zona habitable de la órbita alrededor de su Sol. 

Ahora solo queda saber cómo llegaremos hasta él después de recorrer los 40 años luz que nos separan.