Hay un momento clave en el que un simple mortal se convierte en una estrella. Un instante en el que una carrera se transforma en una leyenda. Esta semana hemos asistido a uno de esos acontecimientos: el concierto de Beyoncé en Coachella. 

Más que las Superbowl
Beyoncé es ahora mismo la mujer más influyente del showbiz mundial. Y sabía perfectamente que los ojos de medio mundo estaban puestos en su concierto en el festival de las celebrities. Y lo dio todo. 

Más que sus múltiples apariciones en los descansos de la Superbowl ante una audiencia millonaria, este ha sido el momento que se recordará siempre en la carrera de la cantante tejana. Por su intensidad, su significado, el repaso a su trayectoria. 

Una actuación de dos horas en las que Beyoncé mostró su vena más reivindicativa sin necesidad de alterar ni un ápice la espectacularidad. Homenajes a los colleges y universidades negras, apariciones como una faraona egipcia, la recuperación de Destiny’s Childs, la aparición de Jay Z. La introducción de partes de discursos de Malcolm X. Una frase para la historia: “Gracias por permitirme ser la primera mujer negra que encabeza el cartel del Coachella. Y un repertorio en el que muchas canciones suenan ya a estándars.

Queen Bee

Todo como una forma moderna de ascensión al trono. Con las que en principio serían sus grandes rivales rindiéndose ante la auténtica Queen Bee. Rihanna al borde del escenario dándolo todo con un outfit muy de su estilo. Adele colgando vídeos en Instagram en los que se la puede ver disfrutando del espectáculo por televisión, pero viviéndolo como si estuviera allí mismo.  

Beyoncé marca el camino en la actualidad y quién sabe durante cuanto tiempo. Asistimos a una explosión como en su día la de Michael Jackson, Madonna y cualquier otra manifestación de la cultura popular que alcanza un plano gomal. Y sobre todo, eterno