En las redes sociales, donde cualquier detalle puede encender una discusión, una croqueta ha sido suficiente para provocar un cruce entre un cliente descontento y un restaurante que no se ha mordido la lengua al responder. El episodio ha sido compartido por la popular cuenta de Twitter (X) Soy Camarero, conocida por recoger situaciones reales del mundo de la hostelería. En este caso, lo que empezó como una queja por la tardanza de una tapa gratuita terminó con una respuesta cargada de ironía por parte del establecimiento.

"Nos hemos ido sin comer croquetas"

Según relata el cliente en cuestión, estuvieron esperando 40 minutos para recibir unas croquetas que, en teoría, venían incluidas con la consumición. A pesar de haber preguntado en varias ocasiones, asegura que fueron ignorados por el personal, mientras sí servían a otros clientes que acababan de llegar. “El trato por parte de la camarera pelirroja nefasto y el otro camarero con barba y pelo largo mostrando indiferencia”, añadió en su crítica. La escena se cerró, según su versión, con una salida sin haber recibido la tapa esperada: “Pésimo”.

La irónica respuesta del restaurante: "Dígame dónde..."

Lejos de pedir disculpas o explicar lo ocurrido, el restaurante decidió contestar con un tono sarcástico: “La tapa de la casa es un detalle que tiene el local con los clientes. No es nuestra obligación ponerla y la ponemos cuando queremos o podemos. Tres opiniones negativas por una croqueta. Dígame dónde quiere que le envíe 10 kilos para que se bañe en ellas, muchas gracias.”

Este tipo de situaciones vuelve a abrir el debate sobre las tapas “de cortesía”, muy comunes en algunos bares de España. Aunque no están incluidas oficialmente en la carta ni se cobran, muchos clientes las perciben como parte del servicio. Cuando no se sirven o se retrasan, pueden generar frustración, sobre todo si se ve que a otras mesas sí les llegan.

Por otro lado, los restaurantes no están legalmente obligados a ofrecerlas y pueden gestionarlas según disponibilidad o criterios propios. Sin embargo, el modo de comunicarlo —ya sea desde la mesa o en redes sociales— puede marcar la diferencia entre un malentendido puntual y un conflicto viral.

Croquetas con doble ración de polémica

Lo cierto es que, más allá de quién tenga razón, este tipo de episodios reflejan cómo las expectativas, la atención al cliente y la gestión de las críticas están más expuestas que nunca en la era digital. Y, en este caso, una croqueta ha servido para ponerlo todo en bandeja con distintas opiniones.

Por ejemplo, un usuario de X (antes Twitter), @ju_fran01, apunta a que "el hostelero tiene razón al decir que la tapa es un detalle y no una obligación, dicho lo cual, se pone a todo el mundo o a nadie. Yo si veo que al resto le ponen tapa y a mi no, también pongo cruz al establecimiento. O a todos o a ninguno".

"El detalle de la tapa o se pone a todo el mundo o a nadie. Yo no iría a un restaurante que igual te ponen tapa o igual te jodes, la verdad", replica otra usuaria, @santacersei. "Los detalles, aunque sean voluntarios, crean fama y expectativas. Tenerlos cuando les dé la gana deriva en decepción, y con esa respuesta «cuando queremos y podemos» en indignación", añade @LeyenneShepard.