Gabriel Rufián se ha llamado “embustero” al líder del Partido Popular, Pablo Casado, ante uno de sus últimos discursos en el que indicaba varios problemas que, en su opinión, tiene Andalucía, como “las caracolas, los barracones” o “las cifras PISA”. Tras ello, a pesar de estar a pocos días de las elecciones andaluzas, Casado volvía a hablar en clave nacional para quitarse culpas y repartirlas a aquellos que a él le conviene.

Este es el caso del propio diputado de ERC. del que asegura: “Oiga, que Rufián escupa a Borrell, no es mi culpa”; aunque el acusado de ese escupitajo que nadie logró ver fuese Jordi Salvador.

Proseguía en la misma línea con otros ejemplos de actualidad y, seguidamente, se hacía eco de las críticas que, cada vez con más frecuencia, le acusan de crear crispación y complicar la convivencia con su mensaje xenófobo y aporófobo: “Pero claro, como nosotros crispamos y no moderamos… Yo ya he decidido esta semana tener este tono de voz en todas las intervenciones”.

Sin embargo, Pablo Casado prefiere ignorar que la crispación y el odio se genera con las palabras y el mensaje, incluso aunque se repita con voz calmada después de haberlo gritado.