Con el incremento de los casos de Covid-19 y el retorno progresivo de los confinamientos, regresa también algo que una gran cantidad de profesionales consideran “un verdadero castigo”, como se queja una empleada de una corporación multinacional: las videoconferencias. “Estoy harto de ver a la gente sin afeitar y en ropa de andar por casa”, señala un ejecutivo en relación a su equipo, a lo que añade: “Y de enseñar el salón de mi casa a todo el mundo”. 

La fatiga por videoconferencia es real. Según explican los expertos, puede estar provocada por distintos factores, desde el cansancio físico que supone estar delante de una pantalla durante horas, hasta el psicológico por tener que estar pendiente de los gestos de todos los participantes a la vez, en lugar de la persona que interviene en cada momento, como suele suceder en las reuniones presenciales.  

La fatiga por videoconferencia es real

Además, existen presiones adicionales, como la posibilidad de que alguien entre en la habitación en la que estamos y se “cuele” en cámara; o la pérdida de contactos informales antes y después de las reuniones, en los que se comentan los temas en la agenda. Y, por supuesto, el hecho de estar viendo el propio rostro en todo momento y ser conscientes de nuestros propios gestos y –en casos como el de un servidor- de la cara de alelados que se nos queda.  

Las consecuencias van desde dolores de cabeza hasta incremento de los niveles de ansiedad, pasando por problemas de visión y musculares

Las consecuencias van desde dolores de cabeza hasta incremento de los niveles de ansiedad, pasando por problemas de visión y musculares.  

Por eso, en El Telescopio hemos recogido los consejos de diferentes expertos para que tus videoconferencias dejen de ser una pesadilla y se queden solo en un mal sueño [divertidas es difícil que lo sean]. 

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Esperamos que te sirvan para que no se te hagan tan largas y, sobre todo, que no te provoquen ningún tipo de problema físico o piscológico.