“Finito”, como dirían en Italia. Se acabó. Con esta sencilla frase, aseguran los expertos, hemos rozado el techo de cristal en cuanto a emisiones contaminantes y almacenamiento de residuos se refiere.

Cada europeo genera cinco toneladas de basura al año y, según recoge un informe del Banco Mundial, si no se adoptan medidas urgentes, los residuos crecerán un 70 por ciento para el año 2050, alcanzando los 3.400 millones toneladas de basura. Y la pregunta es: ¿podemos como sociedad aguantar este ritmo de destrucción medioambiental?¿Es la economía circular una alternativa o una necesidad?

Sólo tres de cada diez empresas españolas apuestan por la economía circular. Así lo asegura un estudio realizado por la consultora Kaizen Institute, que en un reciente informe destaca que, sólo el 30 por ciento de las compañías nacionales están incorporando iniciativas sostenibles basadas en la utilización de materiales reciclados, uso de energías alternativas o diseño de productos más fácilmente reciclables. 

Además, la inversión de estas empresas, afirma la consultora, asciende a un 12% de sus recursos destinados a proyectos, inversiones e iniciativas estratégicas. No es suficiente. Por lo tanto, ¿cuáles son los principales retos que afrontan las empresas al respecto?

La economía circular favorece el ahorro

“Ser sostenible implica reducir el consumo y eso tiene un impacto directo en el coste de producción, es decir, reducir el consumo de materiales y energía es barato, ahorra dinero a las empresas. Ser más eficaz, también ahorra dinero y dedicar recursos al reciclaje implica una mejora en la visibilidad de una compañía en el mercado y de cómo se vincula la marca a la innovación, a una apuesta por el medioambiente”, explica a ElPlural.com, Borja Iglesias, Director de Kaizen Institute España. Pero, ¿dónde radica entonces el problema?

Dar una segunda vida útil a los productos o cambiar de hábitos implica cambios estructurales en la cadena de valor de las empresas. “Las grandes compañías, cada vez apuestan más por la economía circular, tienen directrices a nivel corporativo, a nivel de RSC (Responsabilidad Social Corporativa), prestan atención a la cadena de valor, sin embargo, las PYMES, que son la mayoría del tejido empresarial de este país, que son mayoría en cuanto a la facturación en suma o de la generación de empleo, no suelen preocuparse por la sostenibilidad del medio ambiente. La pequeña o mediana empresa está preocupada por el día a día, por el coste del producto y su distribución y no tiene energía ni ganas de preocuparse por el medio ambiente. Cuesta que las personas en ese nivel se den cuenta de que están en un ciclo del que también forman parte”, afirma a este periódico Iglesias.

De hecho, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en los próximos 20 años se crearán más de dos millones de oportunidades de trabajo en España vinculadas a la economía circular. “Por un lado, -afirma Iglesias- la economía circular trae beneficios directos y cuantificables a las empresas, que se plasman en la cuenta de resultados o de explotación, y por otro lado, ser sostenible repercute en la mejora de la imagen de una compañía”. Así también lo afirma un estudio realizado por la Deusto Business School en  más cien empresas alemanas cuya conclusión es que las compañías que invierten en sostenibilidad son más rentables a largo plazo, tienen mejor reputación, menos costes y más capacidad de innovación.

“Aunque España vaya a la cola de Europa, sobre todo debido a la estructura de su tejido empresarial, es positivo que la sociedad esté cada vez más conciencia porque los consumidores somos el motor de cambio. Cuanto antes nos demos cuenta, antes podremos reaccionar. Las grandes empresas ya están en esa dirección y ellas serán el motor de las medianas y luego de las pequeñas y para ello, también hacen falta políticas que ayuden a generar ese cambio”, concluye Iglesias.