El anuncio hizo temblar ayer las Bolsas mundiales, provocó un repunte del precio de las materias primas y el oro marcó máximos históricos. Un "toque de atención", como algunos han calificado la decisión, se ha convertido en un bofetón, aunque el impacto parece hoy limitado. ¿Qué lleva a la agencia a realizar un anuncio de consecuencias tan impredecibles? ¿Por qué se hace en estos momentos? Los expertos apuntan más a razones políticas que económicas.

Un problema político
Y es que, la contención del déficit estadounidense (1,5 billones de dólares este año, el 10,8% del PIB) es un problema político y los políticos normalmente necesitan un shock financiero para reaccionar. Según el Financial Times, "el movimiento de S&P es una provocación para que Washington actúe sin causar otra crisis financiera". Este año, lejos de reducir el déficit, como se han comprometido los países de la UE, se va a elevar dos décimas respecto a 2010, según el FMI. El endeudamiento del país, además, está ya en 14,3 billones de dólares y se auguran nuevas subidas. Lo extraño, es que no se hubiera modificado la perspectiva de la deuda antes, porque son niveles que no se han permitido, al menos, a los países periféricos europeos.

Plan de recorte fiscal
El principal temor de S&P es que republicanos y demócratas no alcancen un acuerdo sobre cómo hacer frente a estos desequilibrios antes de 2013. El presidente Barack Obama, tras la falta de acuerdo sobre el Presupuesto, ha propuesto un plan de recorte fiscal de 4 billones de dólares que castigaría a las rentas más altas, lo que supone traicionar el pacto con la oposición, que exige una tala de 6 billones. Según la agencia, sin una acción decisiva, Estados Unidos estará más enfermo en términos financieros que otros países que tienen la triple A, como Alemania, lo que haría difícil justificar su nota.

Ataques a la agencia del Tesoro
Un comunicado del Departamento del Tesoro estadounidense señaló ayer que el anuncio de S&P "subestima la capacidad de los líderes políticos de unirse para hacer frente a los desafíos fiscales de la nación". Pero lo que también vuelve a poner sobre la mesa es el enorme poder de las agencias de calificación y siembra dudas sobre las razones que les llevan a tomar ciertas decisiones en determinados momentos.

El caso español
España tiene muy cercana la degradación de la deuda hasta Aa2 que realizó Moody's el mismo día que el Banco de España iba a cuantificar las necesidades de capital de bancos y cajas españolas y el mazazo que eso supuso para nuestra prima de riesgo.

Un negocio lleno de incógnitas
Y es que, las agencias de rating S&P, Moody's y Fitch siguen siendo una gran incógnita. Escapan al control político, derriban gobiernos y parecen inmunes a cualquier acción judicial. Varias querellas en Estados Unidos y Europa, incluida una en España, han intentado, de momento sin éxito, hacerlas responsables de algunos de los desastres que han causado, pero les ampara la V Enmienda. La libertad de expresión es el argumento que esgrimen: "Emitimos opiniones, no hacemos recomendaciones".

La sombra de las 'subprime'
Por eso, cuando dieron elevadas calificaciones a los productos financieros que se inventaron en Wall Street, en los que empaquetaron a las tristemente famosas subprime, nadie pudo exigirles responsabilidades. Estados Unidos no ha conseguido frenar su poder y ahora Europa intenta poner en marcha normas de control que podrían ver la luz en junio. El objetivo es que haya competencia en el sector y que su influencia sea menor, así como acabar con los posibles conflictos de interés, porque las empresas no sólo califican la deuda soberana sino que también trabajan sobre las emisiones que realizan las empresas.