España se juega este lunes su regreso a la primera fila de las instituciones económicas de la Unión Europea (UE) con su apuesta para que el ministro de Economía, Luis De Guindos, sea nombrado nuevo vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona, el Eurogrupo, elegirán este lunes al sucesor del portugués Vítor Constancio, que el 31 de mayo deja el segundo cargo más importante del emisor europeo, entre Luis de Guindos y el gobernador del banco central irlandés, Philip Lane.

El Gobierno español ve en el ministro su baza para recuperar el sillón en el comité ejecutivo del BCE que perdió en 2012, cuando no logró que se eligiese a Antonio Sáinz de Vicuña en sustitución de José Manuel González-Páramo. Esto puso fin a catorce años de presencia española en Fráncfort (Alemania) precisamente en el momento álgido de la crisis en España, que acababa de pedir el rescate bancario.

Seis años después, las tornas han cambiado y Bruselas presenta al país como historia de éxito: salió del rescate en 2013 y ha saneado su banca, encabeza el crecimiento en la eurozona y ha metido en vereda su déficit, pese a las tasas aún altas de paro y deuda. De Guindos esgrime esta recuperación, obrada en su mandato, como credencial para ir a Fráncfort y se defiende de quienes critican que su nombramiento supondría la politización del BCE, asegurando que el hecho de haber sido ministro no "menoscaba" la independencia de la política monetaria.

Este argumentario no satisfizo, sin embargo, a la Comisión de Economía de la Eurocámara, que tras reunirse a puerta cerrada con De Guindos y Lane consideró al irlandés "más convincente" y señaló que algunos grupos tenían "reservas" con respecto al ministro español.

Pero este revés afecta más a la imagen del español que a sus posibilidades reales de hacerse con el cargo, ya que la opinión del Parlamento no es vinculante y la elección depende de los países, dónde el Gobierno insiste en que tiene el apoyo necesario.

"El procedimiento es que primero hay una selección por parte de los ministros del euro que presentarán un candidato y después el Parlamento Europeo tiene un papel formal, no antes", dijo un alto cargo europeo. El Eurogrupo no escuchará mañana a los candidatos, ya que Lane no estará en la sala, y preferiría que la decisión se tome por consenso de modo que no sea necesaria una votación que confirme que el elegido tiene la requerida mayoría cualificada (14 países que representen al 65 % de la población). "Si en el Eurogrupo aún hay dos candidatos, habrá alguna especie de tanteo", apuntan las citadas fuentes, que aseguran que a "muchos les gustaría ver un resultado sin un voto".

A falta de cualquier indicio de que Irlanda vaya a retirar su candidatura, de Guindos parte a priori en mejor posición, ya que según el ministro de Finanzas de Malta, Edward Scicluna, el español contaría con el apoyo de los gobiernos socialistas. Portugal, Eslovaquia y Malta se han pronunciado abiertamente a favor del ministro. El Gobierno francés no ha confirmado su apoyo, pero fuentes de este país señalan que consideran que de Guindos es "muy competente" y recuerdan que el ministro de Finanzas galo, Bruno Le Maire, le animó incluso a postularse para la presidencia del Eurogrupo. "La decisión francesa no sorprenderá", afirman, y apuntan que el Eurogrupo "se dirige a un consenso", pero "esto puede cambiar".

Si de Guindos se hace finalmente con el cargo, entrará en el BCE en un momento clave para la institución, que debe decidir sobre el fin gradual de la política de tipos bajos y compra de deuda que han permitido reflotar la economía de la eurozona.

El puesto en Fráncfort permitiría paliar la falta de representantes españoles al frente de las instituciones económicas de la UE, como el Mecanismo Europeo de Estabilidad o el Banco Europeo de Inversiones -presididos por alemanes- y de las principales carteras económicas de la Comisión Europea. Tanto más cuando España renunció en diciembre a presentar candidato a la jefatura del Eurogrupo que, se asumía, debía ir a un socialista.

El nombre elegido el lunes será validado formalmente el martes en el consejo de ministros de los Veintiocho, después la Eurocámara organizará una audiencia con el elegido el 26 de febrero y el BCE emitirá su opinión (no vinculante) sobre el mismo. El visto bueno definitivo lo darán los líderes europeos en su cumbre del 22 y 23 de marzo.