Son datos recién sacados del horno del Banco Central Europeo (BCE) en los que se refleja que la empresa española ya empieza a pagar por tener su dinero en el banco. A cierre del pasado mes de octubre, la rentabilidad media de los depósitos bancarios a plazo de un año  era negativa, concretamente del -0,17%. Esto supone un gasto añadido a las compañías que, paradójicamente, pueden pedir al mercado dinero gratis a través de bonos y pagarés (las más grandes) pero dejar su liquidez en una entidad financiera, les cuesta.

Una medida que, de momento, no llegará a las familias españolas que aunque obtienen una rentabilidad nula por los más de 900.000 millones de euros depositados en los bancos. En las presentaciones de resultados de los bancos, sus máximos mandatarios apuntaron a que no penalizarían los depósitos de las familias. No hay que temer, pues, una carga por tener ahorrado el dinero en el banco. La misma Asociación Española de Banca  (AEB) recoge esta estrategia de las entidades.  

En los países que componen el euro existe una gran diversidad en el comportamiento de los bancos con sus grandes clientes empresariales. La media para el conjunto de economías de la eurozona es del -0,06%. Alemania, Holanda y Luxemburgo son los que más cobran de media con el 0,20%, seguidos por España, Bélgica, Austria e Irlanda, estos tres últimos por debajo del 0,10%. Sin embargo, hay países que siguen retribuyendo el dinero de las empresas y los más generosos son Grecia e Italia con el 0,51% y 0,65%, respectivamente.

España, pues, se coloca entre las economías de la eurozona cuyos bancos más penalizan el ahorro de las empresas.  Según fuentes de las entidades financieras, los primeros en pagar están siendo las aseguradoras, las gestoras de fondos de inversión y las Administraciones Públicas. También hay empresas que ya deben pagar por sus depósitos pero no se ha extendido a la generalidad de las compañías. Aquí, lógicamente, funciona mucho la negociación entre el banco y la empresa. Siempre que resulte rentable para el banco esa relación serán más remisos a imponer tipos negativos, mientras que aquellos poco rentables sí se están viendo sometidos a pagar sin importar mucho si se les escapa el cliente.

La mala imagen de la banca tiene, en este cobro de la liquidez empresarial, una justificación. La política monetaria del Banco Central Europeo está centrada en elevar la inflación en la eurozona hasta el objetivo del 2%, al tiempo que evitar la desaceleración económica. Para ello, ofrece liquidez gratis a la banca por la cuantía que sea necesaria, incluso a través de la compra de deuda pública y de bonos emitidos por empresas. Así busca que haya dinero abundante y barato en las economías con el objetivo de tener un crédito activo que dinamice el crecimiento.

Como contrapartida, el BCE penaliza los depósitos que los bancos colocan en el propio banco emisor del euro. El último movimiento del anterior presidente del BCE, Mario Draghi, consistió en elevar la penalización de estos depósitos subiendo los tipos negativos que él mismo cobra del -0,4% hasta el -0,5%, aunque a cambio elevó el umbral de la liquidez sin penalización.

Esta política de barra libre de liquidez a precio barato –criticada por los economistas alemanes más ortodoxos- lleva a los bancos a no necesitar el dinero de sus clientes, sean empresas, familias u organismos públicos que antes empleaban para convertir en créditos en el tradicional negocio bancario. Es más, desde que el BCE los penaliza con una mano y los da liquidez con otra, estos ingresos se han convertido a veces en un problema. Por tanto, será la política monetaria la que tenga la última palabra para cambiar esta situación. De momento, y desde el signo negativo del ahorro tradicional, en este final de año se está produciendo una tímida subida de los tipos de interés.