Las criptomonedas se han convertido en protagonistas en esta etapa de pandemia y en un importante problema de cara a la sostenibilidad del planeta.

Según el Bitcoin Electricity Consumption Index, ubicado en la Universidad de Cambridge, esta moneda virtual consume 143 teravatios (TWh) por hora de electricidad anual. Es decir, una cantidad superior a la que generan algunos países como Noruega, que consume unos 124 TWh de electricidad al año. Aproximadamente se calcula que el consumo es equivalente al el 0,65 por ciento de la electricidad en el mundo.  Es decir, el coste es igual o mayor al valor de extraer algunos metales preciados.

En comparación con algunas multinacionales, la extracción de bitcoins supone un 1.708 por ciento más de electricidad de la que consumen empresas como Google o Facebook. Es decir, veces más a la energía total que consumen. Google tan sólo precisa 12 teravatios por de electricidad al año y Facebook requiere de 5 TWh. Cantidades mínimas si las comparamos con los 143 TWh que necesitan las monedas virtuales.

Pero, ¿cómo funciona este proceso? Al extraer bitcoins, se resuelven “acertijos” numéricos de 64 dígitos, denominados ‘hash’. Las instalaciones, que se distribuyen por todo el mundo, permite a los ‘mineros’ aumentar la tasa de ‘hash’, lo que requiere mayor potencia eléctrica. De hecho, el proceso se torna tan complejo que los mineros necesitan emplear servidores especializados denominados ASICs.

Según un estudio de la misma universidad “el 76 por ciento de los mineros dependen en algún grado de las energías renovables, que representan el 39 por ciento del consumo total de la energía consumida aunque la más empleada es la energía hidroeléctrica: al menos un 60 por ciento.”

Por su parte, en los países asiáticos, como China, que sigue apostando por el carbón, lo que colabora a un incremento de los gases de efecto invernadero en el mundo, teniendo en cuenta que China es el mayor consumidor de carbón del mundo. Este país, genera cuatro veces más dióxido de carbono por criptomoneda que Canadá, por ejemplo. El secreto se encuentra en las diferencias en la  forma de producción de electricidad.

No obstante, lo más sorprendente de este proceso es el rol activo del continente africano en este contexto. Nigeria, por ejemplo, se ha situado a la vanguardia de los países que genera mayor comercio de criptomonedas. ¿Por qué? se trata de un modo de inversión que ha permitido a muchos ciudadanos incrementar su salario y por ende su calidad de vida. De hecho, una encuesta realizada en 2020 por Statista, asegura que el 32 por ciento de los nigerianos se manejan con criptomonedas, el porcentaje más alto del mundo, a pesar de ser un producto de alto riesgo financiero. A Nigeria le sigue Filipinas, Turquía y Perú como los países en los que el empleo de esta moneda virtual es más común.

Al contrario, en pocos países no ha calado el efecto ’bitcoin’. Un ejemplo lo encontramos en Japón, donde tan sólo el 4 por ciento de los encuestados, según Statista Global Consumer Survey, aseguran tener experiencia con las monedas digitales. A Japón le éste sigue Dinamarca.

El caso de España

Según un estudio publicado por Coin ATM Radar, actualmente existen alrededor de 15.600 cajeros automáticos de criptomonedas, encontrándose la mayoría en Estados Unidos. En el caso de nuestro país se encuentran habilitados 102 cajeros. Es decir, España es el quinto país del mundo que cuenta con más cajeros de criptomonedas.

Per, sin lugar a dudas, el crecimiento de las criptodivisas se está posicionando en el mundo como uno de los grandes desafíos medioambientales de nuestra era. Por ello, algunos gobiernos y entes reguladores ya se encuentran prestando atención a la huella de carbono que dejan las monedas virtuales.