La lenta agonía del Grupo Mondragón continúa. Tras fracasar en su fallida expansión con la compra de Caprabo, Eroski tendría que dejar de ser una cooperativa y transformarse en una sociedad anónima si no lográ refinanciar los 1.690 millones de euros del crédito sindicato que renovó hace tres años y que vencen en julio de 2019.

La compañía, que contrató como asesor a Morgan Stanley el año pasado, ha solicitado a los bancos un nuevo aplazamiento (sería ya el cuarto) de sus compromisos por un plazo de cuatro años, pero las negociaciones están ahora paradas. ¿El problema? Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankia, los cinco mayores acreedores y que a su vez están asesorados por KPMG y PJT Partners, quieren que Eroski renuncie a su forma cooperativa, para poder tomar el control de la compañía llegado el caso. Algo a lo que la compañía se niega en redondo, dado que están convencidos de que es esta forma de gestión lo que les ha permitido superar lo peor de la crisis.

El precedente de Fagor

Sin embargo, el precedente de Fagor sobrevuela las negociaciones, dado que la alternativa a dejar de ser una cooperativa puede ser la quiebra de la empresa. Aún así es difícil que este cambio de régimen jurídico se produzca, debido a que para ello es necesario el voto unánime de los 8.000 socios. Y a que la banca ha declarado su intención de saldar la deuda mediante el troceado y la venta de la cadena de supermercados, algo a lo que tampoco parecen estar dispuestos los cooperativistas, que sí que han tomado otra clase de medidas, como bajarse los sueldos.