Coincidiendo con la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, la onegé Oxfam Intermón ha hecho público el informe anual de desigualdad durante el pasado año, que revela que el 1% de la población más rica obtuvo el 40% de toda la riqueza generada, al tiempo que el 50% más pobre apenas alcanzó el 7%.

Neoliberalismo:  el exponente del modelo económico del PP
En los informes del Instituto Nacional de Estadística (INE), con contenido socioeconómico para conocer y medir la calidad de vida de 109 ciudades españolas dentro del proyecto europeo Urban Audit, la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón se alza como el emplazamiento español con el índice de renta per cápita más alto de todo el estado con 70.298 euros, pero por el contrario es la ciudad española donde el índice o coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos que existe entre la ciudadanía de un territorio, se alza como el mayor de todo el país, ya que las rentas más bajas rondan unas retribuciones entre los 10.000 y los 12.000 euros. La asimetría que existe en esta localidad es similar a la de Honduras.

Este prototipo neoliberalista, se refleja de forma clara en este municipio madrileño gobernado desde las primeras elecciones democráticas por el PP. En él existen dos zonas claramente diferenciadas. Por una parte las áreas de Pueblo y Estación, emplazamientos donde nace el municipio, que en la actualidad se han convertido en espacios socioeconómicamente deprimidos; frente a Somosaguas y La Finca, sectores claramente privilegiados.

 

A nivel de desempleo, según los datos del año 2016 del proyecto de Indicadores Urbanos del INE, las tasas más bajas de paro se dieron en esta localidad con un 8%, sin embargo el portavoz del grupo socialista en Pozuelo, Ángel González Bascuñana, nos relata que a pesar de que el gobierno municipal del PP “dice no tener desagregado el nivel de desempleo por zonas, nosotros estimamos que en la zona antigua (Estación y pueblo), rondaría el 20%”.

Desde el punto de vista urbanístico, ha asegurado el socialista, “las zonas deprimidas se corresponden con las grandes olvidadas de la alcaldesa popular, Susana Pérez, porque en la práctica no hay programas de rehabilitación. De hecho existe gente mayor que reside en edificios antiguos, que tienen dificultades para ir a la calle por la falta de ascensores”. Así como también, asegura Bascuñana “no existe un plan para generar ciudad. Los jóvenes están siendo expulsados de Pozuelo. No pueden independizarse por el precio de la vivienda y la falta de vivienda pública protegida. Tenemos un plan general de urbanismo que apenas ha dejado zonas sin construir, al mismo tiempo que el suelo público se monetiza o se cede a la iniciativa privada, es decir, crecemos en población pero no en servicios. Por otra parte, el comercio en los cascos históricos está abocado al fracaso porque no se revitaliza”.

Para terminar Ángel González, señala, que “en el año 2016 han sido galardonados con el “Corazón de Piedra”, premio para los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes oficialmente pobres en inversión social”.

La realidad constata que todavía estamos lejos de superar lo que ya se conoce como “la larga noche neoliberal” de la década de los 80 del siglo pasado: el reaganismo y el thatcherismo. A pesar de su fracaso constatado en la recesión económica, la inestabilidad financiera o el aumento alarmante del número de pobres, el neoliberalismo sigue siendo la ideología más influyente del mundo.

El actual sistema de economía de mercado, abrazado e incitado por el Partido Popular, se construye sobre una lógica que sostiene un mundo dual de ricos y pobres, en el que los deseos ilimitados y las demandas cada vez más cualitativas de una minoría (ricos) terminan por imponerse sobre las necesidades de supervivencia de la mayoría (pobres).

Como claro ejemplo tenemos en nuestro país, el caso de Pozuelo de Alarcón, donde una minoría de los aproximadamente 85.000 habitantes, acumula las mayores fortunas, en detrimento de una mayoría de personas que constituyen el eje de la desigualdad, dando lugar a noticias falsas, como las que afirman que los habitantes de este ayuntamiento son los más ricos de España. Esta dicotomía solo lleva a la drástica reducción de las clases medias.

El dinero se ha convertido en el motor de la historia, inhumana por supuesto. Hace tiempo que dejó de ser un instrumento de intercambio para convertirse en depositario de un valor que garantiza la satisfacción de las necesidades futuras. Pero nuestra cultura del goce funciona principalmente como depositaria del valor, ya que otorga reconocimiento, es decir, existencia real y posibilidad de satisfacer los deseos todavía inimaginables del futuro a quienes lo acumulan o pretenden hacerlo de modo ilimitado: los ricos y los poderes financieros.

Creemos que no existe otra razón para que sus propietarios estén dispuestos a sacrificar por él todos los demás valores: en el ámbito privado la salud personal, pero también la dignidad y la vida de millones de empobrecidos.