Marina d’Or va camino de convertirse en la Seseña mediterránea. Lo que fuera en su momento una pujante “ciudad de vacaciones” surgida de la nada en Castellón, junto a Oropesa del Mar, se ha convertido en los últimos años en un mar de deudas y pufos que ahora alcanza su cénit con la sentencia judicial que ha ordenado la demolición de 190 apartamentos.

La empresa fue troceada en 2010, con la crisis inmobiliaria, creando un entramado de pequeñas compañías. La mayor de ellas, Comervi, tiene el dudoso honor de ser la empresa valenciana más morosa con Hacienda, con una deuda de 45,3 millones de euros.

Según la Agencia Tributaria, aquella operación de 2010 en realidad era un “vaciamiento patrimonial" para evitar el cobro de la deuda por la que su dueño Jesús Ger, está embargado.

En el año 2015, la empresa redujo sus ventas un 90% y pasó de registrar beneficios anuales de 20 millones de euros a tener pérdidas de seis millones anuales.

Su posible tabla de salvación apareció el año pasado, cuando el periódico oficial de la dictadura china informó que el hombre más rico del país, Wang Jianlin, y su grupo empresarial Wanda (el del Atlético de Madrid) mostraron interés en comprar el 75% de Marina d’Or. Una operación que nunca se llegó a confirmar, pero tras la que podría seguir el interés del magnate chino. Aunque el principal escollo son los 1.600 millones en los que Ger valora todo el complejo.

Marina d’Or empezó “en los años como una urbanización de chichinabo” en el término de Oropesa del Mar, nos cuenta Carles Mulet, senador de Compromís, “hasta que apareció Carlos Fabra”, entonces presidente de la Diputación de Castellón y hoy residente en la prisión de Aranjuez por varios delitos. “Ha sido un despropósito continuo”, explica.

Ladrillo a ladrillo, la ciudad de vacaciones se fue extendiendo por Oropesa del Mar y empezó a entrar en Cabanes, el municipio vecino donde ahora se ha ordenado la demolición del edificio Playa Ribera, por no contar con accesos, ni depuradora, ni desalinizadora, ni licencia de construcción…

La extensión de Marina d’Or a Cabanes empezó con una parcela de 1,5 millones de metros cuadrados junto a “la última playa virgen de la provincia”, señala Mulet. Y siguió con otra ampliación de 18 millones de metros cuadrados, de los que el 80% estaban en este municipio de menos de 3.000 habitantes.

Sin embargo, los beneficios para el pueblo son más bien escasos. Según Mulet, la empresa debe en Cabanes, desde 2014, “350.000 euros sólo del IBI”, lo que supone “el 10% del presupuesto del Ayuntamiento”.

La vinculación de Marina D’Or con el PP va más allá de Fabra. “Han sido los ayuntamientos del PP quien han hecho de valedores de esta empresa y de sus grandes proyectos”, explica Mulet, “con el PSOE a favor desde la oposición cuando hacían falta sus votos”. “Los socialistas hacían pinza con el PP y a la empresa les da igual PP que PSOE. Son expertos en moverse por los despachos”.