La retransmisión 4K del Schmidt Ocean Institute y el CONICET desvela corales de agua fría, peces abisales y una biodiversidad inédita en el Atlántico Sur argentino.
El 25 de julio, un vehículo submarino no tripulado comenzó a descender hasta los 3.900 metros en el Cañón de Mar del Plata, frente a la costa argentina. La operación, financiada por la fundación Schmidt Ocean Institute y coordinada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), se emite en directo por YouTube y ha logrado que miles de personas sigan cada inmersión en tiempo real, atraídas por la posibilidad de contemplar un paisaje marino nunca visto.
Un laboratorio flotante con visión 4K
A bordo del buque del Schmidt Ocean Institute, el robot submarino graba en alta resolución 4K y recoge muestras sin alterar su entorno. Las imágenes permiten a los investigadores estudiar con un detalle sin precedentes la fauna del Atlántico Sur, al tiempo que invitan al público a acompañar la exploración. La primera emisión sumó 12.000 visualizaciones, pero cinco días más tarde las retransmisiones del 30 de junio acumularon casi un millón de espectadores que dedicaron al menos unos minutos a las 18 horas de vídeo disponibles.
Un oasis de vida en el Atlántico Sur
Corales de aguas frías, moluscos, equinodermos, peces de profundidad y crustáceos aparecen en pantalla conforme el vehículo avanza por un terreno que combina zonas llanas con un surco abrupto. “La diversidad es más alta de lo que esperábamos. Hay muchas especies que no habíamos visto”, explica desde el buque Federico Lauretta, biólogo marino y científico jefe de la expedición. En su opinión, la complejidad topográfica del cañón, “un hábitat heterogéneo”, multiplica los nichos y, con ellos, el número de especies.
Preparación y objetivos científicos
La campaña se gestó durante más de un año y se centra en un tramo del litoral donde desemboca el Río de la Plata, uno de los puntos con mayor biodiversidad del país. Argentina cuenta con 4.725 kilómetros de costa y, según Lauretta, poseer datos propios sobre los ecosistemas profundos resulta esencial para cualquier decisión futura: “Es valioso contar con datos generados localmente” porque orientan las actividades que se pueden realizar en el fondo oceánico y en el mar.
Cada inmersión, una sorpresa
El ritmo a bordo es continuo. Dos equipos trabajan en turnos de 12 horas para aprovechar al máximo el costoso tiempo de barco. “A veces encontramos organismos que nadie había visto antes, o interacciones que no sabemos cómo explicar. Es como estar explorando otro planeta, pero debajo del agua”, comenta el jefe científico, subrayando la emoción que supone descubrir algo nuevo en cada descenso.
El valor de la divulgación en directo
Mientras las muestras esperan su turno en el laboratorio, la audiencia global crece. Lejos de los formatos tradicionales de entretenimiento, la transmisión demuestra que el interés por la ciencia está más vivo que nunca. La expedición seguirá emitiéndose durante la semana y, cuando terminen las inmersiones, las grabaciones quedarán disponibles para que investigadores y curiosos revivan una exploración que está iluminando, con luz artificial y conexiones de fibra óptica, la vasta oscuridad del océano profundo.