Un jubilado encuentra un raro fósil prehistórico gigante de hace 240 millones de años mientras construía un muro de contención en su jardín

Un fósil casi completo, con piel incluida, revela la existencia de Arenaerpeton supinatus, un temnospóndilo de 1,2 metros que vivió en los ríos de la actual Nueva Gales del Sur antes de la era de los dinosaurios.

Encontrar los vestigios de un animal extinto suele exigir años de prospecciones y toneladas de sedimento tamizado. Sin embargo, qué se halló, quién lo encontró, cuándo apareció, dónde descansaba y cómo acabó en manos de la ciencia conforman aquí un relato insólito. Un granjero jubilado, en la década de 1990, recogía rocas de una cantera cercana a la cuenca de Sídney para levantar un sencillo muro de contención en su patio trasero cuando descubrió un bloque con la silueta de un anfibio. Lo donó al Museo Australiano de Sídney, y tres décadas más tarde un equipo de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) y del propio museo lo presenta al mundo en Journal of Vertebrate Paleontology.

Arenaerpeton supinatus, un fósil excepcional

El resultado es Arenaerpeton supinatus, nombre que significa “trepador de arena bocarriba”. El espécimen conserva buena parte del esqueleto articulado y, de forma excepcional, el contorno de la piel, lo que ha permitido a Lachlan Hart y sus colegas describir con detalle la anatomía de este temnospóndilo: costillas robustas, cuerpo rechoncho y una cabeza que recuerda a la de la salamandra gigante china moderna, aunque más ancha y armada con dos colmillos palatinos.

Un depredador del Triásico australiano

Durante el Triásico, los Arenaerpeton nadaban en los sistemas fluviales de agua dulce que atravesaban la hoy extinta cuenca fluvial de Sídney. Probablemente, acechaban peces como Cleithrolepis, a juzgar por la disposición de sus dientes curvos.

Con una longitud estimada de 1,2 metros desde el hocico hasta la punta de la cola, destaca sobre la mayoría de sus parientes contemporáneos, mucho más pequeños.

Evolución después de las extinciones masivas

La pieza también arroja luz sobre la historia evolutiva del linaje. Los temnospóndilos sobrevivieron a dos extinciones masivas y algunos llegaron a alcanzar proporciones colosales ciento veinte millones de años después. El aumento de tamaño pudo ser una ventaja adaptativa que ayudó al grupo a sortear las convulsiones ambientales del Mesozoico. Para Matthew McCurry, coautor del estudio y conservador del Museo Australiano, se trata de “uno de los fósiles más importantes hallados en Nueva Gales del Sur en treinta años”, una ventana privilegiada al patrimonio paleontológico del país.

El artículo, firmado por Hart, Gee, Smith y McCurry, refuerza la relevancia científica de las colecciones locales: un fósil olvidado en un jardín se convierte así en pieza clave para entender la vida prehistórica del continente.

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