Un agujero negro “dormido” despierta repentinamente y lanza chorros gemelos a un tercio de la velocidad de la luz

El súbito estallido, observado en 2025, revela cómo un agujero negro aparentemente apacible puede transformarse en cuestión de meses y alterar por completo su entorno cósmico.

El silencio acabó de forma abrupta. Un equipo internacional liderado por Eileen Meyer, de la Universidad de Maryland en el condado de Baltimore, confirmó que el agujero negro supermasivo situado en el corazón de la galaxia 1ES 1927+654, a unos 270 millones de años luz en la constelación del Dragón, acaba de expulsar dos chorros opuestos a casi un tercio de la velocidad de la luz. El fenómeno, captado tras una larga campaña de seguimiento iniciada en 2016 y culminada con datos de 2025, convierte a este objeto de 1,4 millones de masas solares en un laboratorio único para entender cómo se activan los chorros relativistas.

Los primeros indicios llegaron en forma de destellos de rayos X. Las emisiones crecieron durante meses, señal de que el disco de acreción se estaba agitando. Después, los radiotelescopios registraron una llamarada sesenta veces más intensa que cualquier medición anterior. Fue la pista decisiva: algo había liberado una enorme cantidad de energía y, con ella, plasma ionizado que viaja ahora medio año luz en direcciones opuestas.

El chorro visto “en directo”

Nunca antes se había seguido el lanzamiento de un chorro en tiempo real. Meyer y su equipo desentrañaron el suceso gracias a observaciones de muy alta resolución que perforaron el velo de gas caliente que cubría el núcleo. Las capas más densas actuaron como una cortina opaca; solo cuando el material fue barrido hacia afuera, los chorros quedaron al descubierto.

El reloj interno del agujero negro

Mientras tanto, otro grupo detectó oscilaciones cuasiperiódicas de rayos X: pulsos cuya intensidad subía y bajaba alrededor de un diez por ciento cada pocos minutos. El ritmo se aceleró de 18 a 7 minutos, una pista de que un cuerpo compacto, quizá una enana blanca, estaba espiralizando hacia el horizonte de sucesos y perdiendo materia en el proceso. Esa pequeña fuga podría equilibrar la energía que se lleva la emisión de ondas gravitacionales, permitiendo que el objeto sobreviviera más de lo esperado en un vecindario tan hostil.

Un futuro que se medirá en ondas gravitacionales

Si la enana blanca existe, sus vueltas podrían generar un zumbido continuo que la misión LISA, prevista para la próxima década, sería capaz de detectar. Sería la primera vez que se escuchan, en forma de ondas gravitacionales, los latidos de un sistema de acreción tan ligero.

Por qué importa este despertar

Los astrónomos saben que los grandes agujeros negros pueden lanzar chorros colosales, pero no comprenden aún por qué algunos lo hacen y otros no. El caso de 1ES 1927+654 demuestra que incluso los núcleos menos masivos pueden encenderse si el combustible y los campos magnéticos se sincronizan. Ahora la pregunta es si estos chorros persistirán o si se apagarán tan rápido como surgieron.

Los observatorios de rayos X en órbita y las redes de radio en Tierra seguirán vigilando cualquier cambio. Comparar las medidas actuales con los archivos de 2016 brinda una oportunidad inédita de reconstruir cómo la materia pasa de caer inexorablemente hacia el centro a salir disparada hacia el espacio intergaláctico.

Los resultados, publicados en The Astrophysical Journal Letters, subrayan que incluso un agujero negro que ha permanecido inactivo durante siglos puede despertar sin previo aviso. Y cuando lo hace, escribe nuevas reglas para la física de los jets a velocidades cercanas a la luz.

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