A mí me ocurrió hace un par de veranos: abrí la ducha medio dormida y algo diminuto, brillante, zigzagueó entre mis pies antes de ocultarse bajo la alfombrilla. Confieso que solté un gritito y después me agaché, intrigada. ¿Te ha pasado lo mismo? La familia Peláez, protagonistas de esta historia, también se llevó el susto. Tras describir al insecto en Google descubrieron que aquel corredor metálico era un pececillo de plata. La sorpresa se convirtió en una gran pregunta: ¿por qué invade un piso urbano y qué advertencia trae consigo?
Qué son realmente los pececillos de plata y por qué eligen tu casa
Los pececillos de plata, o Lepisma saccharina, apenas alcanzan un centímetro; su cuerpo plano cubierto de escamas plateadas y sus tres antenas largas los delatan incluso a contraluz. Les fascinan los rincones húmedos, oscuros y silenciosos, justo el ambiente que se forma tras las baldosas del baño o al fondo de un armario olvidado. Allí encuentran almidón y otros polisacáridos presentes en madera, papel y ciertas fibras artificiales, un bufé interminable que devoran con paciencia. Cuando el hambre aprieta, incluso se atreven con cuero y tejidos sintéticos. No muerden ni transmiten enfermedades, pero pueden arruinar fotos, libros y muebles apreciados.
Más allá del susto: la aparición de otras plagas
Ver un pececillo de plata correteando no es solo una anécdota simpática para la sobremesa. Su presencia suele ir acompañada de ácaros u otros insectos que disfrutan de esa misma humedad persistente. Detectarlos a tiempo equivale a encender un semáforo rojo: si ellos encontraron pista de baile, otras especies pueden unirse pronto a la fiesta y multiplicar silenciosamente el problema dentro del hogar.
Cuatro pasos sencillos para echarlos sin dramas
Primero, reduce la humedad. Ventila a diario, seca las juntas y, si tu clima es muy húmedo, coloca un deshumidificador para que el ambiente resulte incómodo a estos corredores plateados. Segundo, sella grietas y fisuras en paredes o suelos; un simple tubo de masilla cierra las puertas por las que se cuelan. Tercero, refuerza la limpieza: mueve cajas, vacía estanterías, aspira bien los rincones y evita acumular papeles en lugares oscuros donde encuentren alimento. Cuarto, si la colonia persiste, existe un insecticida específico para pececillos de plata; utilízalo solo en casos graves y siguiendo al pie de la letra las indicaciones del fabricante.
Antes de despedirnos…
Personalmente, cada vez que detecto uno de estos insectos recuerdo lo sencillo que resulta pasar por alto la humedad que se esconde tras un azulejo. Mantener un ojo crítico me ha ahorrado disgustos y objetos estropeados. ¿Y tú? ¿Has visto pececillos de plata correteando por el baño, la cocina o el trastero? ¿Qué método te dio mejores resultados y cuál no funcionó en absoluto?