Se ha descubierto una extraña criatura marina con el cuerpo transparente y los ojos negros, que ha sido reconocida como una nueva especie

La criatura, bautizada como Clavelina ossipandae, luce vasos sanguíneos blancos que recuerdan a huesos y cuatro manchas negras que evocan los ojos de un panda, rasgos que han fascinado a la comunidad científica y ya engrosan la lista de la biodiversidad japonesa.

Un grupo de fotógrafos subacuáticos captó en 2017, frente a los arrecifes de la isla de Kumejima (archipiélago de Okinawa), a un animal translúcido de apenas dos centímetros que bombeaba agua como una pequeña bomba de filtrado. Aquellas imágenes virales llamaron la atención de Naohiro Hasegawa, investigador de la Universidad de Hokkaido, quien cinco años después organizó varias campañas de buceo para comprobar si se trataba de un simple efecto óptico o de una especie nueva. El resultado acaba de publicarse en Species Diversity: se confirma que el enigmático ‘panda esqueleto’ representa un miembro inédito del género Clavelina.

Cuatro manchas negras y un cuerpo de cristal

La familia de las ascidias, a la que pertenece el hallazgo, suele pasar desapercibida a ojos inexpertos. Pero las barras blancas que recorren la faringe de C. ossipandae dibujan un esqueleto en miniatura que contrasta con un endostilo de color negro azabache. El conjunto recuerda a un panda disfrazado para Halloween y convierte a la colonia en una modelo perfecta para las cámaras de los turistas.

Buceadores locales documentaron individuos entre los 5 y los 20 metros de profundidad, lo que descartó que fuera una rareza aislada. Siguiendo esa pista, el equipo científico extrajo colonias vivas con dispositivos de succión suave y las mantuvo a temperatura ambiente marina para analizarlas al microscopio. Allí observaron entre diez y catorce estigmas branquiales por fila y dos cintas musculares que van del abdomen al endostilo, claves anatómicas que separan a la especie de parientes como C. picta o C. moluccensis.

ADN que confirma la novedad

Para despejar cualquier duda, los investigadores secuenciaron 810 pares de bases del gen COI. La divergencia genética entre los ejemplares fue de apenas un 1,26 %, típica de la variación interna de una misma especie, pero suficiente para situar a la ascidia dentro del linaje Clavelina y certificar que no era una simple variante cromática.

Los lotes de tejido, imágenes de alta resolución y la descripción morfológica completa han quedado depositados en el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Japón, un paso imprescindible porque muchas ascidias albergan compuestos con potencial farmacéutico, incluso aunque este ‘panda esqueleto’ jamás se convierta en un medicamento.

Un filtro viviente que limpia los arrecifes

Las ascidias son parientes lejanos de los vertebrados: sus larvas poseen una notocorda que desaparece cuando el animal se fija al sustrato y adopta un estilo de vida sésil. Cada zoide de C. ossipandae puede procesar varias veces su volumen de agua cada hora, capturando bacterias y microalgas que enturbian la laguna. En ecosistemas costeros, estos filtros vivientes favorecen la transparencia que necesitan el coral y los peces juveniles para prosperar.

Ciencia ciudadana pasiva: las redes sociales como aliado

El descubrimiento ilustra cómo la ciencia ciudadana pasiva está acelerando la taxonomía: fotografías subidas a foros de buceo desencadenaron una investigación formal sin que hiciera falta enviar muestras físicas por correo. Plataformas como la Reef Environmental Education Foundation ya suman cientos de miles de inmersiones documentadas por voluntarios, material que amplía el campo de visión de los especialistas y libera horas de barco para dedicarlas al análisis de laboratorio.

Preguntas abiertas

Hasegawa admite que la función adaptativa del llamativo patrón sigue siendo un misterio: puede desanimar a los depredadores, proteger los tejidos de la radiación ultravioleta o ser un subproducto sin beneficio claro. Lo cierto es que una colonia del tamaño de la palma de la mano había pasado desapercibida en un destino turístico muy concurrido, recordatorio de que la mayor parte de la biodiversidad oceánica sigue oculta a simple vista.

Mientras se desentraña ese enigma, el ‘panda esqueleto’ ya se ha ganado un lugar en la historia natural de Japón y demuestra que, en la era de los teléfonos inteligentes, una foto bien enfocada puede ser la puerta de entrada a un nombre científico y, quizá, a futuras aplicaciones biomédicas.

Enlace oficial al estudio en la plataforma electrónica para publicaciones académicas en Japón J-STAGE.

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