¿Te imaginas estar en lista de espera para un trasplante de un órgano vital y descubrir que existe un donante compatible, pero una norma de 1987 impide que ese órgano llegue a ti porque ambos convivís con el VIH? Esa barrera histórica, por fin, acaba de caer. Personalmente, me emociona pensar que algo tan simple como borrar una línea legal pueda traducirse, literalmente, en más vidas salvadas.
Por qué el fin de la prohibición marca un antes y un después
Desde el lunes 7 de julio, quienes viven con VIH en España pueden recibir órganos de donantes que también portan el virus. La ministra de Sanidad, Mónica García, lo anunció durante el Día Mundial del SIDA y dejó claro que la medida no solo amplía el número de órganos disponibles, sino que envía un mensaje contundente contra el estigma.
La cifra que duele: 65 donantes y 165 trasplantes perdidos
En la última década, 65 personas fallecidas con VIH habrían podido donar sus órganos. De haberse materializado, se estima que se habrían realizado hasta 165 trasplantes. Mientras tanto, cada año unos 50 pacientes con VIH aguardan un órgano en España. La derogación abre ahora una vía extra para todos ellos.
De “intervención de alto riesgo” a procedimiento viable y seguro
En los años 80 y 90, trasplantar a personas con VIH se veía casi imposible. Sin embargo, la llegada de las terapias antirretrovirales a principios de los 2000 cambió las reglas: los primeros trasplantes comenzaron a mostrar resultados alentadores. Hoy, los fármacos ya no interfieren con la inmunosupresión ni con el tratamiento de la hepatitis C, otra coinfección habitual que ha dado un giro gracias a los antivirales de acción directa.
Sudáfrica abrió camino en 2008 y Estados Unidos se sumó en 2024
El precedente internacional lo puso la República de Sudáfrica en 2008 al realizar los primeros trasplantes entre personas seropositivas. Poco a poco, otros países europeos siguieron el ejemplo, hasta que Estados Unidos aprobó esta práctica en noviembre de 2024. España, al fin, se incorpora a esta corriente mundial.
Más que órganos: derribar estigmas
“La derogación de esta Orden no solo contribuye a aumentar la disponibilidad de órganos para todos los pacientes en lista de espera de trasplante, tanto los que se presentan infección por el VIH como los no infectados, sino que además se sumará a la lista de iniciativas encaminadas a eliminar el estigma social de las personas con VIH”, afirmó Mónica García. Su voz subraya algo clave: la importancia de normalizar la vida (y la muerte) de las personas seropositivas.
¿Qué cambia para los pacientes a partir de hoy?
Para quienes esperaban un riñón, un hígado o un corazón, se amplía la esperanza. Los donantes con VIH se convierten, de repente, en una opción viable y valiosa. Y, de paso, el sistema nacional de trasplantes gana eficiencia sin comprometer la seguridad.