Neandertales trituraban huesos para extraer grasa: encuentran una «fábrica» con 125.000 años de antigüedad

El análisis de más de cien mil fragmentos óseos hallados en Neumark-Nord desvela que los neandertales trituraban huesos y los hervían durante horas para obtener un alimento portátil y calórico.

Hace 125.000 años, a orillas de un lago en el centro de Alemania, un grupo de neandertales organizó lo que los arqueólogos describen como una auténtica fábrica de grasa. Allí, nuestros parientes recogían los cadáveres de al menos 172 animales, reducían sus huesos a esquirlas diminutas y los cocían en agua hasta que la grasa subía a la superficie. El nuevo estudio, publicado el 2 de julio en Science Advances, retrasa en casi 100.000 años la evidencia más antigua conocida de esta práctica.

Huesos triturados para extraer nutrientes esenciales

Los investigadores examinaron más de 100.000 fragmentos óseos procedentes de zorros, caballos, grandes felinos y un rinoceronte ya extinto. Muchos mostraban fracturas intencionadas y señales de calor, indicios claros de que fueron rotos y calentados para extraer la médula y la grasa atrapadas en su interior.

«Se trata de un comportamiento sorprendentemente creativo e innovador por parte de los neandertales», señala Osbjorn Pearson, arqueólogo de la Universidad de Nuevo México, que no participó en la investigación.

Herramientas sofisticadas y planificación estratégica

En el yacimiento aparecieron también yunques, martillos de piedra, útiles de sílex y restos de fogatas. Según los autores, los huesos se rompían justo en las zonas con mayor contenido graso, una elección que delata conocimiento y previsión. Wil Roebroeks, de la Universidad de Leiden, subraya que el hallazgo desmonta la imagen de unos homínidos poco hábiles: «Esta idea de que los neandertales eran tontos es otra prueba que demuestra lo contrario».

Un proceso complejo de extracción de grasa animal

Para los expertos, la escena resulta reveladora. Primero se habría machacado el hueso hasta lograr fragmentos muy pequeños; después, esos trozos se habrían hervido en recipientes improvisados con corteza de abedul o piel de ciervo.

Tras varias horas sobre el fuego, la grasa flotaba y podía recogerse cuando la mezcla se enfriaba. Geoff Smith, zooarqueólogo de la Universidad de Reading y coautor del trabajo, subraya la complejidad del proceso: «No eran solo cazadores-recolectores que sobrevivían día a día. Eran expertos planificadores capaces de anticipar el futuro, organizar tareas complejas y aprovechar al máximo su entorno».

La grasa como clave para la supervivencia en Europa

La grasa era esencial para evitar la “inanición del conejo”, una peligrosa carencia de lípidos que puede aparecer al consumir demasiada proteína magra. En los duros inviernos europeos, con pocos hidratos de carbono disponibles, esa reserva energética se volvía vital.

«La carne magra, el alimento que nos gusta poner en la barbacoa, era considerada comida para perros por los antiguos cazadores-recolectores», recuerda Roebroeks, convencido de que la estratégica extracción de grasa formaba parte de un modo de vida mucho más sofisticado de lo que durante años se supuso.

Foto: Wil Roebroeks, Universidad de Leiden.

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