El explorador británico Alan Chambers lidera la misión ‘Spiritus’, un proyecto científico sin precedentes que acaba de descubrir partículas de plástico en la nieve del Polo Sur tras recorrer 1.150 kilómetros a pie. El hallazgo confirma la llegada de estos residuos a los confines más remotos del planeta y aviva la alarma sobre su impacto medioambiental y sanitario.
Los científicos implicados en la misión no han salido de su asombro. Tras dos meses de travesía desde la costa antártica hasta el Polo Sur geográfico, las muestras de nieve recogidas por Chambers y su compañero revelan la presencia de microplásticos en pleno interior del continente blanco. La única vía posible para su llegada, admite el propio explorador, son las corrientes de viento de gran altitud que dispersan micro y nanoplásticos a miles de kilómetros. «¿Está nevando plástico en la Antártida?», se pregunta con preocupación.
El proyecto ‘Spiritus’ y su hoja de ruta
Con esta primera campaña, Mission Spiritus inicia una serie de expediciones destinadas a medir la propagación global de las partículas plásticas más diminutas. Tal como detalla la organización en su web, «Mission Spiritus tiene como objetivo proporcionar información basada en pruebas para permitir soluciones eficaces e impulsar un cambio transformador significativo en una de las crisis medioambientales más acuciantes de la humanidad».
El calendario prevé nuevas recolecciones en el desierto del Rub al-Jali (Omán), las Islas Feroe y puntos remotos de Chile, Canadá y Australia Occidental, siempre que se asegure la financiación necesaria.
¿Por qué preocupan los microplásticos?
Los microplásticos miden menos de 5 milímetros, un tamaño que los hace prácticamente invisibles a simple vista pero capaces de infiltrarse en el agua que bebemos, el aire que respiramos e incluso el tejido cerebral humano. Aunque los efectos sobre la salud siguen bajo estudio, investigaciones recientes los vinculan con diabetes, problemas digestivos y varios tipos de cáncer.
Su omnipresencia es tal que ya no se limita a océanos o zonas industriales: la Antártida, símbolo de aislamiento y pureza, ha dejado de ser una excepción.
Reciclar, reducir, repensar
Chambers insiste en que el gesto individual sigue siendo clave. Reciclar correctamente, reutilizar envases y optar por alternativas libres de plástico reduce la producción de residuos y, en última instancia, la cantidad de partículas que terminan en la atmósfera.
Cada botella que evitamos comprar y cada bolsa reutilizable que incorporamos a nuestra rutina representan menos oportunidades para la generación de microplásticos.
Lo que viene
Mientras los resultados definitivos de las muestras antárticas se procesan en un laboratorio chileno, el equipo prepara la próxima fase de la investigación. El reto ahora es comprobar si los microplásticos aparecen con la misma facilidad en zonas desérticas, archipiélagos del Atlántico Norte y otros enclaves alejados de los grandes centros urbanos.
De confirmarse, la evidencia sería irrefutable: ningún rincón del planeta escapa ya a la contaminación plástica.