Los 8 hábitos que debes dejar atrás para vivir con plenitud después de los 60 años, según la psicología

¿Te has dado cuenta de que cumplir 60 ya no es sinónimo de freno sino de estreno? Recuerdo la sorpresa que me llevé cuando vi a mi tía‑abuela apuntarse a clases de buceo a los 68 años: me hizo replantearme todo lo que creía sobre “la edad adecuada” para algo. Desde entonces, cada vez que alguien sopla sesenta velas le lanzo la misma invitación: celebrarlo soltando costumbres que, sin darnos cuenta, nos apagan. El blog Personal Branding lo resume en ocho hábitos a los que conviene decir adiós. Aquí te los traduzco a mi manera, con las preguntas que yo misma me hice al leerlos.

¿De verdad vas a limitarte por tu fecha de nacimiento?

Me parece increíble cómo, al estrenar década, muchos se colocan barreras mentales del tipo “ya no estoy para aprender”. ¿Te suena? Si la respuesta es sí, quizá sea el momento de romper ese cerco. Cada nueva mañana trae su propio curso intensivo de vida, y la edad, créeme, no es la matrícula.

Aceptar que el tiempo pasa… ¿y ahora qué?

La nostalgia puede abrazarnos o encadenarnos. Personalmente, cuando echo de menos los veranos de juventud me pregunto: “¿Qué oportunidad me está ofreciendo hoy que ayer no existía?”. Adaptarse no significa olvidar, sino abrir espacio a experiencias que mantienen viva la chispa de propósito.

Cuidar el cuerpo: ¿sacrificio o pacto inteligente?

Confieso que más de una vez he postergado la caminata diaria “porque hay cosas urgentes”. Spoiler: lo urgente es moverse. Una dieta equilibrada y ejercicio moderado son un seguro de bienestar cardiovascular, inmunológico y, de paso, anímico. Tu yo futuro te lo agradecerá en voz alta.

Rencor: la maleta más pesada

Todos arrastramos alguna herida antigua. La cuestión es si queremos seguir cargándola. He comprobado que soltar la ira no borra lo vivido, pero sí abre espacio a la paz interior y a relaciones menos tóxicas. ¿Y si hoy decides viajar más ligero?

Practicar la gratitud: el truco para ver lo que ya brilla

Hay mañanas en que doy gracias por el simple olor del café. Ese gesto diminuto cambia el color de mi día. Valorar lo que está —en lugar de lo que falta— recalibra la mente y, casi sin darte cuenta, te hace sentir completo.

Hobbies descuidados: ¿dónde quedó tu chispa?

Hace poco reinstalé mi viejo caballete y bastaron diez pinceladas para recordar quién era cuando pintaba solo “por placer”. Reservar tiempo a lo que amas —jardinería, lectura, música— reactiva la alegría y reafirma tu identidad más allá de etiquetas.

Vivir en presente: la vacuna contra el “y si…”

Revivir errores antiguos es como ver una película en bucle con final anunciado. Prefiero preguntarme qué lecciones puedo extraer para el aquí y el ahora. Reinventarte no es negar el pasado, sino usarlo como trampolín para el futuro que deseas construir.

¿Intentar complacer a todo el mundo? Gracias, pero no

Aprender a decir “no” me costó varios zarpazos de agotamiento. Cuando comprendí que priorizar mis propias necesidades no me hacía egoísta, sino consciente, la balanza interna se equilibró. Permitirnos ese acto de autocuidado es clave para la felicidad sostenida.

Mi reflexión final

Cada uno de estos hábitos es un pequeño adiós a lo que nos resta energía y un gran hola a una vida sesentañera —y más allá— vibrante y auténtica. Yo ya escogí qué maletas suelto, aunque aún no haya cumplido los 60, ¿y tú? Cuéntame en los comentarios: ¿qué costumbre dejarás atrás hoy para abrazar una nueva etapa con ilusión?

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