Lo que realmente funciona contra los dolores articulares después de los 65 años, según expertos

¿Recuerdas la primera vez que un simple paseo te hizo decir «¡ay!»? A mí me pasó visitando a mi abuela: de pronto sus rodillas protestaron y entendí que, con los años, las articulaciones empiezan a pedir cuidados extra. Muchos pensamos en la piscina o en una sesión de pilates para “engrasarlas”. Pero ¿y si existiera algo aún más amable y accesible?

Por qué el yoga se ha convertido en el plan estrella para mayores

Lejos de posturas imposibles, el yoga ofrece versiones lentas y adaptadas que encajan como un guante cuando la movilidad se reduce. Expertos coinciden en que basta con combinar respiración profunda, atención plena y movimientos suaves para notar alivio. Tanto es así que el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos lo incluye ya entre sus recomendaciones oficiales para un envejecimiento saludable.

Más que flexibilidad: equilibrio, sueño y menos caídas

Practicar yoga no solo alarga músculos. También mejora el equilibrio, ayuda a dormir mejor, reduce el consumo de analgésicos y, según los centros de día que lo han probado, disminuye el riesgo de caídas. Todo con la ventaja de necesitar poco material y casi ningún desplazamiento.

¿Cómo actúa el yoga sobre tus articulaciones?

Cada postura fortalece la musculatura que abraza rodillas, caderas o tobillos. Así ganamos estabilidad y, de paso, mantenemos un peso saludable que evita sobrecargar estas zonas tan sensibles. La circulación sanguínea también se activa, alimentando tejidos y acelerando la recuperación cuando hay inflamación. Y no subestimes el efecto emocional: recuperar el control del cuerpo a veces vale más que cualquier antiinflamatorio.

Tres posturas sencillas para empezar hoy mismo

Primero, siéntate con la espalda recta y dóblate hacia adelante apoyando el torso sobre un cojín. Esta adaptación de la paschimottanasana estira la zona lumbar sin exigir contorsiones.

Después, prueba una torsión en silla: con las piernas en ángulo recto, gira suavemente el tronco ayudándote del respaldo; sentirás cómo se libera la columna.

Por último, coloca las manos sobre una silla, alarga la espalda y empuja los talones hacia el suelo. Este “perro boca abajo” modificado estira todo el cuerpo y fortalece brazos y piernas sin cargar las muñecas.

Recuerda ajustar cada movimiento a lo que tu cuerpo permite. Si arrastras hernias, ciática o lesiones recientes, consulta antes con un profesional.

Personalmente, me fascina ver cómo una práctica milenaria se adapta al siglo XXI para regalarnos más años con calidad. ¿Te animas a probar una clase de yoga suave esta semana?

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